jueves, 21 de julio de 2011

ALBERT EINSTEIN: LA VIDA ME GUÍA Y CONTIENE, ME NUTRE Y ME APOYA. SOY CRÍSTICO FEMENINO EN MI CONCIENCIA. LA VERDADERA GENIALIDAD ES LA DEL CORAZÓN

 

Hace unos días me topé con esta frase de Albert, que muestra lo importante para él, su concepción de la Vida:

Albert Einstein 2“Un ser humano es una parte del Todo, llamada por nosotros ‘Universo’, ser humano que es una parte limitada en tiempo y espacio. Se experimenta a sí mismo, a sus pensamientos y sentimientos, como algo que está separado del resto, del conjunto al que pertenece, en una especie de ilusión óptica de su conciencia. Esta ilusión es una suerte de prisión para nosotros, nos limita en nuestros deseos personales. Nuestra tarea debe ser liberarnos de esta prisión, ampliando nuestro círculo de compasión para abrazar toda criatura viviente y a la naturaleza en su conjunto. Nadie es capaz de conseguir esto completamente, pero esforzarse para conseguirlo es, en sí mismo, una parte de la liberación y una base para la seguridad interior”

Días después de estar hablando Igneón y yo sobre las acciones conjuntas y negativas de los aspectos masculinos de varios yo superiores, en concreto evitando que la Tierra hiciera su movimiento natural de cambio de ciclo, guiada por el femenino crístico, como es su deseo, sentí a Albert delante de mí, así que decidí hablar con él.

Vino fumando su famosa pipa. Se le sentía lindo, bonachón.

Albert

Rowina: Hola Einstein, ¿Cómo estás?

Einstein: Esperando pacientemente el momento de ser escuchado por vosotros, pero no tengo prisa, por eso no has percibido mi energía hasta ahora, porque no he querido importunarte. Además, tú tampoco estabas abierta a recibir a nadie de este lado y yo respeto tu soberanía, Rowina, algo en verdad difícil de conseguir en un ser humano de 3D (en esos días, Igneón y yo pasábamos por una especie de enfriamiento que nos habían dejado muy alicaídos).

Solo quiero aportarte algo importante a ti y a mi buen amigo. Vuestros síntomas no son reales (es decir, no producidos por ninguna realidad). No estáis enfermos, pero sí se está operando en vosotros una asombrosa transformación que tiene a más de uno muy inquieto por estos lados, pues no saben qué va a salir de esa prodigiosa transformación que en vosotros se está dando.

Yo os recomiendo descanso y sabia escucha de vuestro grandioso corazón. Sé que os sentís molestos, adoloridos, con síntomas muy parecidos a una enfermedad. En realidad, y aunque os parezca extraño, es cuando más fuertes y saludables estáis, estáis ganando una batalla muy importante. Estáis quemando todo lazo con el lado paternalista de vuestro Ser Superior. Seguid quemando esa insana relación, pues no es nada saludable.

Ser un ser diferente, un grande de conciencia aplicado a la experiencia humana, no tiene por qué pasar necesariamente por estrecheces de ningún tipo o por conflictos emocionales cruentos que, en realidad, no tienen que ver mucho con uno mismo, sino con ‘pruebas’ puestas por el aspecto paternal de nuestro Yo Superior.

Rowina, si te sirven de algo mis años de observación y experiencia, te puedo decir que estás más sana que una manzana, pues la salud verdadera está a nivel espiritual y tú, a ese nivel, estás muy sana.

Nada de lo que tenéis ahora tú o Igneón (los síntomas que teníamos de resfriado) tiene que ver con nada reprimido en vosotros, NADA tenéis reprimido. No sois perfectos, pues perfecto no se puede ser en un mundo tan polarizado como es el de la 3D, pero estáis muy cercanos a guardar -de forma mantenida- un equilibrio interior que no se viene debajo de forma perdurable, por nada ni por nadie, y eso es SALUD.

Tenéis un poder asombroso, el poder dado por vuestra conciencia crística femenina. Es un poder que aterra por completo a vuestro Ser Superior patriarca y jerárquico, porque sabe que de contactar plenamente con esa parte vuestra, ya no tendrá ningún acceso a vuestra vida, y se quedará sin marioneta a la cual dirigir.

Descansad y sentid, SENTID sin prisa y sin apuro. El femenino se toma su tiempo, espera el momento maduro para las cosas. En vosotros se está madurando el contacto con el aspecto femenino crístico de vuestro Yo Superior, es decir, con el femenino materno de vosotros mismos. Es el último bastión para conquistar vuestra soberanía como seres encarnados en la 3D. Ah!, si yo hubiera comprendido esto durante mi vida encarnada, pero no lo hice con la profundidad con que lo estáis haciendo vosotros, así que os apoyo de todo corazón, para que consigáis vuestra soberanía en vida, que no es externa, conseguida por capital económico o patrimonio en casas y enseres, sino que es una soberanía interna, lo cual hace que tengáis fuera todo lo que precisáis de forma proporcional a lo que vais necesitando en vuestro camino de conciencia, es decir, en completo equilibrio para poder también disfrutar de holgura en vuestras vidas, pero sin llegar a despilfarrar, algo muy común en quien tiene plena disposición económica en la 3D.

He escuchado que acabáis de decir que a pesar de vuestras respectivas edades, es como si aún no hubierais empezado la vida, como se suele hacer la mayor parte de los seres encarnados en la 3D (es decir, que no hemos acumulado posesiones materiales para sentir seguridad a través de ellas).

Bueno, eso es porque os habéis trazado un camino diferente desde la parte más sagrada e inmaculada de vuestro ser, la parte femenina crística que os impulsa a tener la conciencia de base para construir patrimonio basado en esa conciencia, adquiriéndolo y disfrutándolo en equilibrio para ser verdaderamente degustado.

Rowina, tenéis toda una vida por delante y no es una vida desangelada sin horizonte ni futuro, con estrecheces, por no tener ahora patrimonio. Tenéis el mejor patrimonio que ahora se puede tener, el de conciencia, el único que os puede permitir tener un patrimonio sostenible y disfrutable sin sacrificios ni esclavitudes exteriores (se refiere a estar endeudados durante muchísimos años para poder tener una casa).

De esto nos dimos cuenta tarde, algunos avanzados de la sociedad, cuando ya no podíamos volver a empezar en nuestra vida con nuevos parámetros. Vosotros lo habéis descubierto antes, a tiempo, jóvenes, sacadle provecho (se dio la media vuelta y se marchó).

Cuando Sinlin y yo hablamos por última vez con Elisabeth, le pregunté por Einstein y esto fue lo que nos dijo.

Rowina: Eli, anoche te vi venir junto a Einstein. Él me dijo que sois amigos cuando me habló hace un par de días, aunque no estaba en tu equipo de trabajo ¿es así? ¿qué participación tiene él para que esta situación que hay con nuestro yo superior se equilibre? ¿por qué nos dijo que la apariencia de enfermedad que estábamos pasando en realidad era que estábamos quemando todo reducto de unión con la parte masculina del yo superior, ¿es así?

Eli: Nuestra amistad se da más ahora que antes, siempre le admiré, por su labor y esfuerzo.

Siento que él aún tiene alguna sensación desagradable respecto de su paso por la 3D porque sus descubrimientos no fueron bien enfocados.

Sí, tal como él te dijo, Igneón y tú están quemando partes de la unión que aún conservaban con el aspecto masculino de su yo superior, y es porque la energía femenina crística es más fuerte cada vez en ustedes, es ahora la energía que portan más abiertamente.

Eli: Esa quema causa molestias que son -de alguna manera- visibles en los cuerpos físicos.

Rowina: Entiendo, ¡Qué cosa lo de Einstein!, sí, sé que sus descubrimientos no los utilizaron bien y supongo que a él de dañó en el corazón lo que hicieron con sus investigaciones. Creo que la bomba atómica se basó en los descubrimientos de Einstein, no me extraña que no se sienta bien con eso, y ¿qué piensa hacer al respeto? ¿por qué se ha sentido llamado a venir a verme? siendo tan amigos, seguro que te ha dicho algo.

Eli: Siento que él ahora va a aportar lo que en ese entonces trato de hacer, pero que no fue visto como él quiso. Sé que Igneón, tu valioso compañero al cual admiro, estará encantado de recibirle, porque se entenderán maravillosamente.

Le sugerí a Igneón que le recibiera y esto fue lo que Albert le dijo.

Albert: Hola, muchacho. Finalmente puedo ser recibido por ti. Me has recibido con anterioridad ya en otras oportunidades, pero es ahora, con tu conciencia actual, que deseo ser expresado por ti. De corazón puro y de profundos sentimientos genuinos, eres quien mejor puede ahora recibirme. Gracias por darme tu voz y tu corazón.

En estos días, tanto tú como Sinlin y particularmente Rowina han sido objeto de tiro del lado masculino de quienes los crearon: sus Yo Superiores (ayer entregué los aspectos masculinos de los yo superiores a la Madre, para que fueran ordenados y equilibrados en el femenino crístico máximo que ella es) . Elisabeth ya se ha extendido magníficamente al respecto, pero quiero agregar algunas cosas, desde la vivencia de un ser que estuve encarnado como hombre en la misma 3D donde tú te encuentras, querido Igneón.

Soy crístico femenino en mi conciencia y eso ha sido un gran triunfo que he conseguido sostener (ser crístico femenino significa, apoyar siempre a la Vida). Me había retirado de la 3D con una profunda pena en mi corazón y alma. El uso de mis descubrimientos y desarrollos hacia la guerra, la opresión y el control sobre otros humanos, me dejó casi sin aliento.

Siendo de naturaleza jovial, impredecible y ligera, me entristecí profundamente con lo que mis propios hermanos humanos hicieron con la energía atómica. También con mis descubrimientos sobre el tiempo y la relatividad. (Me detuve a corregir todas las palabras mal escritas hasta aquí, disculpándome con Alberto)

No te preocupes, muchacho; yo era tanto o más disléxico que tú. Fue algo complicado manejarlo, pero finalmente lo conseguí incorporar a mi vida y conviví con ella. Al final me reía de mí mismo. (No es que me preocupe, pero sí me gustaría no tener que perder tantos ratos corrigiendo todo lo que escribo)

(Mal estudiante. Aunque con el tiempo llegaría a ser catedrático universitario, genio de la física y una de las figuras fundamentales del extraordinario progreso científico del siglo XX, el pequeño Einstein no fue un talento precoz, sino más bien lo contrario: un chico tímido de lento desarrollo intelectual y disléxico. Sus notas no eran precisamente brillantes)

El uso bélico -y de control sobre otros- de la energía, ha sido una constante en la historia humana. Sin embargo, he de decir en su favor, a favor del humano, que no todo lo malo que ha hecho es achacable a él; no. Como ya lo adelantó Elisabeth, el lado masculino del Yo Superior ha participado notablemente en el despropósito en que se ha convertido la vida humana sobre la Tierra.

A medida que la humanidad se fue complejizando socialmente, esas porciones superiores fueron tomando roles más activos en la vida humana, llevándola al borde del abismo en la que ahora se encuentra. Mi contribución ha sido involuntaria, pues jamás, como profundo respetuosos que soy de la Vida, de la Madre Crística, he querido desarrollar mi actividad científica para el control de una minoría sobre los demás.

Me he considerado un ciudadano del mundo, un embajador de la paz, un transgresor de lo social y políticamente correcto. Basta con revisar mi biografía para reírse un buen rato de todas mis transgresiones, de mis salidas geniales, literalmente geniales. (Siento que se ríe pícaramente)

Jamás he participado en ningún acto de violencia, de imposición, de control sobre los demás; jamás. Ni siquiera en los tiempos en que fui perseguido por los alemanes y “refugiado” por los estadounidenses. No lo hice entonces, no lo hice luego, ni lo haré jamás. Eso ya no forma parte de mi código interno. Ya no hay un Hitler en mi interior, agazapado a la espera de una oportunidad para aniquilarme; ya no lo hay. Podría tener muchas razones justificadas para lo contrario, pero elegí entonces y lo sigo sosteniendo: la Vida me guía y contiene, me nutre y me apoya. Hablo de nuestra Madre común (hace unos días leí otra frase de él que decía: ‘lo único que has de elegir es si vives en un universo amigable que te apoya, o por el contrario, en un universo hostil, que te agrede).

Como Elisabeth, también atravesada por la experiencia del nazismo alemán, yo elegí apoyar la Vida a pesar de todo, a pesar de la terrible trampa que mi propio Yo Superior me puso al darme los elementos para desarrollar mi teoría y la energía atómica. Ni bien lo hice, el muy ‘cabrón’ se lo entregó al mundo dominante norteamericano con finalidades no pacíficas, iniciando una carrera armamentista terrorífica que no se detuvo mientras tuve vida en la 3D, como Albert Einstein.

¿Sabes qué me ayudó a sobrellevar tremendo peso? Simplemente la sencillez de mi niño interno. Gracias a él pude reponerme y enfrentar los hechos, apoyando toda causa por la paz en Tierra de 3D. Mis cartas a los niños, mis constantes monigotadas, mis maneras de desconcertar a los serios científicos de universidad, ayudaron mucho en eso. Lo conseguí por mi perseverancia y elección de Vida.

¿Sabes? Siempre tenemos la libertad de elegir; SIEMPRE. Lo que elegimos es lo que nos demuestra en qué estado de conciencia nos encontramos. No hablo de lo que elegimos por descarte de opciones; no. Hablo de lo que elegimos verdaderamente desde nuestro propio interior. Ante cada situación tenemos que elegir. Como lo hagamos, es lo que nos puede hacer grandes o miserables. Yo elegí ser grande de conciencia, aunque era un alfeñique de cuerpo, un petiso de rulos y gran bigote. Pero detrás de ese aspecto, está el verdadero yo, el que decidió ser LIBRE.

Me di cuenta que era LIBRE cuando nada de la vida social me pudo ya conquistar. Era yo quien elegía de ella lo que vibraba con mi sentir, con mi exquisito interior. Me importó un bledo ser criticado, ridiculizado y despreciado tantas veces. Fue así porque el primero en reírse de mí fui yo mismo. Llegué a ser un genio, pero no por mis descubrimientos ni por mis investigaciones. Lo fui porque conseguí ser yo mismo; esa es la verdadera genialidad y eso es lo que he venido hoy a recordarte a ti y a quienes lean estas palabras.

 

BIOGRAFÍA DE ALBERT EINSTEIN

Albert Einstein sigue siendo una figura mítica de nuestro tiempo; más, incluso, de lo que llegó a serlo en vida, si se tiene en cuenta que su imagen, en condición de póster y exhibiendo un insólito gesto de burla, se ha visto elevada a la dignidad de icono doméstico, junto a los ídolos de la canción y los astros de Hollywood.

Sin embargo, no son su genio científico ni su talla humana los que mejor lo explican como mito, sino, quizás, el cúmulo de paradojas que encierra su propia biografía, acentuadas con la perspectiva histórica. Al Einstein campeón del pacifismo se le recuerda aún como al «padre de la bomba»; y todavía es corriente que se le atribuya la demostración del principio de que «todo es relativo» a él, que luchó encarnizadamente contra la posibilidad de que conocer la realidad significara jugar con ella a la gallina ciega.

Albert Einstein nació en la ciudad bávara de Ulm el 14 de marzo de 1879. Fue el hijo primogénito de Hermann Einstein y de Pauline Koch, judíos ambos, cuyas familias procedían de Suabia. Al siguiente año se trasladaron a Munich, en donde el padre se estableció, junto con su hermano Jakob, como comerciante en las novedades electrotécnicas de la época.

El pequeño Albert fue un niño quieto y ensimismado, que tuvo un desarrollo intelectual lento. El propio Einstein atribuyó a esa lentitud el hecho de haber sido la única persona que elaborase una teoría como la de la relatividad: «un adulto normal no se inquieta por los problemas que plantean el espacio y el tiempo, pues considera que todo lo que hay que saber al respecto lo conoce ya desde su primera infancia. Yo, por el contrario, he tenido un desarrollo tan lento que no he empezado a plantearme preguntas sobre el espacio y el tiempo hasta que he sido mayor».

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Albert Einstein en 1947

En 1894, las dificultades económicas hicieron que la familia (aumentada desde 1881, por el nacimiento de una hija, Maya) se trasladara a Milán; Einstein permaneció en Munich para terminar sus estudios secundarios, reuniéndose con sus padres al año siguiente. En el otoño de 1896, inició sus estudios superiores en la Eidgenossische Technische Hochschule de Zurich, en donde fue alumno del matemático Hermann Minkowski, quien posteriormente generalizó el formalismo cuatridimensional introducido por las teorías de su antiguo alumno. El 23 de junio de 1902, empezó a prestar sus servicios en la Oficina Confederal de la Propiedad Intelectual de Berna, donde trabajó hasta 1909. En 1903, contrajo matrimonio con Mileva Maric, antigua compañera de estudios en Zurich, con quien tuvo dos hijos: Hans Albert y Eduard, nacidos respectivamente en 1904 y en 1910. En 1919 se divorciaron, y Einstein se casó de nuevo con su prima Elsa.

Durante 1905, publicó cinco trabajos en los Annalen der Physik: el primero de ellos le valió el grado de doctor por la Universidad de Zurich, y los cuatro restantes acabaron por imponer un cambio radical en la imagen que la ciencia ofrece del universo. De éstos, el primero proporcionaba una explicación teórica, en términos estadísticos, del movimiento browniano, y el segundo daba una interpretación del efecto fotoeléctrico basada en la hipótesis de que la luz está integrada por cuantos individuales, más tarde denominados fotones; los dos trabajos restantes sentaban las bases de la teoría restringida de la relatividad, estableciendo la equivalencia entre la energía E de una cierta cantidad de materia y su masa m, en términos de la famosa ecuación E = mc², donde c es la velocidad de la luz, que se supone constante.

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Einstein con Elsa, su segunda esposa

El esfuerzo de Einstein lo situó inmediatamente entre los más eminentes de los físicos europeos, pero el reconocimiento público del verdadero alcance de sus teorías tardó en llegar; el Premio Nobel de Física, que se le concedió en 1921 lo fue exclusivamente «por sus trabajos sobre el movimiento browniano y su interpretación del efecto fotoeléctrico». En 1909, inició su carrera de docente universitario en Zurich, pasando luego a Praga y regresando de nuevo a Zurich en 1912 para ser profesor del Politécnico, en donde había realizado sus estudios. En 1914 pasó a Berlín como miembro de la Academia de Ciencias prusiana. El estallido de la Primera Guerra Mundial le forzó a separarse de su familia, por entonces de vacaciones en Suiza y que ya no volvió a reunirse con él.

Contra el sentir generalizado de la comunidad académica berlinesa, Einstein se manifestó por entonces abiertamente antibelicista, influido en sus actitudes por las doctrinas pacifistas de Romain Rolland. En el plano científico, su actividad se centró, entre 1914 y 1916, en el perfeccionamiento de la teoría general de la relatividad, basada en el postulado de que la gravedad no es una fuerza sino un campo creado por la presencia de una masa en el continuum espacio-tiempo. La confirmación de sus previsiones llegó en 1919, al fotografiarse el eclipse solar del 29 de mayo; The Times lo presentó como el nuevo Newton y su fama internacional creció, forzándole a multiplicar sus conferencias de divulgación por todo el mundo y popularizando su imagen de viajero de la tercera clase de ferrocarril, con un estuche de violín bajo el brazo.

Durante la siguiente década, Einstein concentró sus esfuerzos en hallar una relación matemática entre el electromagnetismo y la atracción gravitatoria, empeñado en avanzar hacia el que, para él, debía ser el objetivo último de la física: descubrir las leyes comunes que, supuestamente, habían de regir el comportamiento de todos los objetos del universo, desde las partículas subatómicas hasta los cuerpos estelares. Tal investigación, que ocupó el resto de su vida, resultó infructuosa y acabó por acarrearle el extrañamiento respecto del resto de la comunidad científica.

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Einstein tocando el violín, una de sus aficiones favoritas

A partir de 1933, con el acceso de Hitler al poder, su soledad se vio agravada por la necesidad de renunciar a la ciudadanía alemana y trasladarse a Estados Unidos, en donde pasó los últimos veinticinco años de su vida en el Instituto de Estudios Superiores de Princeton, ciudad en la que murió el 18 de abril de 1955.

Einstein dijo una vez que la política poseía un valor pasajero, mientras que una ecuación valía para toda la eternidad. En los últimos años de su vida, la amargura por no hallar la fórmula que revelase el secreto de la unidad del mundo hubo de acentuarse por la necesidad en que se sintió de intervenir dramáticamente en la esfera de lo político. En 1939, a instancias de los físicos Leo Szilard y Paul Wigner, y convencido de la posibilidad de que los alemanes estuvieran en condiciones de fabricar una bomba atómica, se dirigió al presidente Roosevelt instándole a emprender un programa de investigación sobre la energía atómica.

Luego de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, se unió a los científicos que buscaban la manera de impedir el uso futuro de la bomba y propuso la formación de un gobierno mundial a partir del embrión constituido por las Naciones Unidas. Pero sus propuestas en pro de que la humanidad evitara las amenazas de destrucción individual y colectiva, formuladas en nombre de una singular amalgama de ciencia, religión y socialismo, recibieron de los políticos un rechazo comparable a las críticas respetuosas que suscitaron entre los científicos sus sucesivas versiones de la idea de un campo unificado.

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LAS CARTAS DE ALBERT EINSTEIN Y LOS NIÑOS

Ad portas a cumplirse 56 años de la muerte y 132 años del nacimiento de Albert Einstein, desempolvo un singular libro que rescata una selección de cartas cruzadas entre el genio de la física y los niños de su época, develando su capacidad para simplificar las más complejas ideas sobre el universo y la ciencia. Sin duda la cara desconocida de un genio del que vale la pena repasar su legado.

Por momentos la gente se olvida de las mentes ilustres, y sólo se guarda vagas imágenes. Más allá de recordar el legado de Albert Einstein con su 'Teoría de la Relatividad' publicada en la revista Anales de Física (junio de 1905), es bueno retomar algunos fragmentos desconocidos de su pasado para desacralizar su perfil.

 
Mientras el próximo 14 de marzo (1879/nacimiento) y 18 de abril (1955/fallecimiento) Alemania recordará su estela, desde este espacio virtual opto por relevar un texto que lleva por título "Querido Profesor Einstein", de Editorial Gedisa, en el cual su autora, Alice Calaprice, presenta un episodio desconocido del hombre de ciencia más grande del siglo XX, reproduciendo inéditas cartas en donde el Premio Nóbel de Física se dio tiempo de responder las inquietudes de niños de todo el mundo.


Calaprice, no sólo logra capturar esta esencia, sino dar forma a una obra literaria verdaderamente refrescante, que posee además la gracia de ser prologado por su nieta Evelyn Einstein, quien ofrece la visión de un abuelo dulce aunque distante, seguido por una breve biografía, además de un ensayo sobre Einstein y la pedagogía, que derriba el mito de las malas notas del científico en la escuela. Por si fuera poco, el texto ofrece un recorrido por la vida del físico a través de una treintena de imágenes inéditas, que denotan el alma de niño que poseía.

INOCENTE CORRESPONDENCIA

cartas EinsteinEl fenómeno intelectual que detonó Einstein con sus investigaciones y apostolados trascendió del campo meramente científico, extrapolando su imagen de hombre sabio, siendo un referente a imitar por los niños de todo el orbe, quienes no vacilaron en empuñar un lápiz para escribirle acerca de sus complejas dudas en aras de respuesta del genio del momento.


Como era de esperar, de las miles de cartas que recibió, sólo logró responder unas cuantas, las que sin embargo desnudaron parte de su alma y un perfil ignorado de su personalidad, pues según se desprende del libro, disfrutaba con la compañía y curiosidad de los menores, al igual que responder las divertidas epístolas infantiles.


Así, la autora va recogiendo misivas desde 1914 hasta 1955, procedentes de Japón, India, Estados Unidos, Canadá, Austria, Alemania y Puerto Rico, lo que da cuenta de la universalidad de Einstein y su nexo con los niños, quienes le piden autógrafos, consejos y aclaraciones científicas. La celebridad da respuestas breves y didácticas.

Algunos feed back resultan interesantes, como la dinámica que genera Tyfanny, una niña que le escribe en 1946 desde Sudáfrica cuestionándole las dimensiones del espacio: “La historia no me interesa y creía que usted había vivido en el siglo XVIII o por ahí. Creo que lo había confundido con Isaac Newton o con otro. De todas formas, un día en la clase de matemática descubrí que la señorita (a la que nunca atendemos) hablaba sobre los científicos más brillantes. Mencionó que usted estaba en América y cuando le pregunté si estaba enterrado allí, y no en Inglaterra, ella me contestó: Bueno, todavía no está muerto. Me entusiasmé tanto al oír eso que casi me gano un castigo (...) Lo que más me preocupa es cómo puede ser infinito el espacio”.

La respuesta de Einstein es rápida y elocuente: “Querida Tyffany: Gracias por tu carta del 10 de julio. Debo pedirte disculpas por estar todavía entre los vivos. Aunque bueno, eso se remediará tarde o temprano”.

CONSULTAR AL GENIO

La mayoría de los niños y adolescentes que escriben a Einstein, lo hacen conscientes de que se dirigen a un científico destacado, por lo que el tono de sus cartas es de gran respeto y afecto al personaje.

Quizás por ello, el respetado hombre de ciencias suspendía por momentos sus estudios para dar respuestas amables y concisas a los niños.

Los temas tratados son variados, donde incluso es cuestionada su fe: “nos hemos planteado la pregunta ¿los científicos rezan?”, sobre su cordura: “todos los genios acaban volviéndose locos, porque en el pasado siempre ha sido así”, sobre sus gustos musicales e incluso sobre cuestiones metafísicas “por favor escríbame para decirme si la cuarta dimensión es el tiempo y explíquemelo”.

Otros niños lo invitan a ser miembro de un club, le preguntan si se considera genio o lo hacen reflexionar sobre el tiempo, la ciencia y la fe y apelan a su amistad.

UNA CARTA SELECCIONADA

Querido doctor Einstein:

Mi padre y yo vamos a construir un cohete para ir a Marte o a Venus. Esperamos que usted venga también. Queremos que venga porque necesitamos un científico y alguien que sepa conducir bien un cohete. ¿Le importa que venga Mary también? Tiene dos años. Es una niña muy simpática. Todo el mundo debe pagarse su comida, porque nos arruinaremos si tenemos que pagarlo todo nosotros. Espero que tenga un buen viaje si viene.

Con cariño,

John Culver (Indiana, 1952)

VÍDEO PRESENTACIÓN DE EINSTEIN

“La vida es muy peligrosa, no por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a mirar qué pasa”.

Einstein

miércoles, 20 de julio de 2011

LA FASCINANTE BIOGRAFÍA DE ELISABETH KÜBLER-ROSS, UNA MUJER COMPROMETIDA CON LO ESENCIAL, EL AMOR

 

Ayer, Sinlin y yo sosteníamos esta conversación sobre Elisabeth, Eli para nosotras. Cuando comenzamos hablar, ‘curiosamente’ ambas habíamos emprendido la lectura de la maravillosa biografía de esta extraordinaria mujer.

rueda de la vidaRowi: Lo que hizo Eli es maravilloso, le tengo un profundo amor y admiración a esta valiente mujer, y un profundo agradecimiento también, por haberse plantado y dicho ¡no voy a encarnar nunca más en la 3D! y a partir de su ‘muerte’ y paso al otro lado del velo, haberse comprometido a estudiar profundamente al yo superior, para ver qué estaba pasando con él.

En realidad, Sinlin, hoy me estoy viniendo a dar plena cuenta no solo del trastorno que el aspecto masculino de mi yo superior me ha ocasionado a mí en mi propia vida, sino que la colaboración indebida de varios aspectos masculinos del yo superior de diferentes personas han dado lugar a experiencias nefastas para la Humanidad, como fue la Alemania nazi y el exterminio en terribles campos de concentración de multitud de seres humanos inocentes.

Eli puedo conocer a personas cuyas familias habían sido exterminadas en los campos de concentración nazi y pudo visitar uno de ellos, no pudiendo comprender, cómo un ser humano puede llegar a ser tan extremadamente cruel con otro. Hoy yo me he dado cuenta de que fue impelido por el aspecto masculino de su yo superior para hacerlo, aunque nos parezca extraño, pero así lo he sentido yo y así los hemos hablado Igneón y yo hoy, pues sino, no cabe que haya habido tanta crueldad en la vida entre congéneres, simplemente, no se puede entender.

Tampoco lo entendió Eli, y es por eso que después de su transición a otra vida, se puso ‘manos a la obra’ para intentar comprender qué pasaba en profundidad con el ser humano y actuar en consecuencia.

Sinlin: Pues apenas estoy conociendo de ella y también le admiro y le tengo cariño. Cuando leo su libro, es como si fuera de una persona muy conocida para mí, para nada extraña.

Rowina: Anoche, mientras la recibía Igneón, estaba entusiasmado, porque dice que lo que ella te cuenta es muy cercano, es como si te estuviera hablando alguien de aquí mismo. Se nota que a ella no se le han subido los humos al pasar al otro plano, ¡bien por Eli!

Sinlin: Si, te trata de un tú a tú, no se siente diferencia con ella, es como estar hablando con otro ser de aquí, con tranquilidad y mucho cariño. Me encanta hablar con ella.

Rowina: Ella ha sido claramente otra encarnación del amor viviente de forma manifiesta

y el amor nunca hace diferencias con otras personas.

Sinlin: Te quiero, Rowin, me siento tan plena, no sé explicarlo, ¡pero algo en mi interior está tan pleno!

Sinlin siguió trabajando en sus quehaceres y cuando volvió a estar libre, nos pusimos a hablar con Eli sobre algo que yo estaba leyendo y que estaba muy relacionado con las ‘malas artes’ del aspecto masculino de nuestro Yo Superior, aquel que nos ha dirigido como ha querido mientras hemos estado dormidos al aspecto femenino de nuestro corazón, a nuestro femenino crístico.

¡Qué bueno es hacerse preguntas, para dejar de quejarnos y resignarnos por ‘lo mal que está la vida’, para poder participar y poder cambiarlo, desde la soberanía que nos da la conciencia adquirida!

Rowina: Sinlin, estaba leyendo la biografía de Eliy me he topado con un capítulo donde una mujer le decía a Eli, -cuando estaba consternada por lo que había visto y sentido en l campo de concentración al que visitó- que todos llevamos un Hitler dentro. ¡Madre mía, qué de cosas! uf, pues yo no quiero que salga el mío, pero si alguna vez saliera, sé que es por las condiciones tan extremas en las que me puso la vida y esas condiciones, ya sabemos quién las pone, porque, digo yo, que Hitler también tuvo un yo superior, ¿no? evidentemente, él tenía una misión a hacer, tuvo una fuerza enorme detrás que le ayudó a culminarla, ¿de dónde procedía esa fuerza? ¿quién le 'despejó el campo'?

Sinlin: Claro, y ese poder de la palabra. Eso no fue de la nada…

Rowina: ¿Quien hizo que un insignificante hombrecillo de pequeño bigote, fuera tan escuchado por su pueblo, hasta el punto de sentirse la raza aria escogida y poder así matar -impune y cruelmente- a tantos otros seres humanos? Me da igual si eran judíos, polacos, gitanos o lo que fuera, eran seres humanos.

Te propongo que le preguntemos esto a Eli, porque siento que no es banal, y que tiene mucho que ver con el Yo Superior…

Rowina: Hola Eli, aquí estoy, leyendo tu biografía, en verdad, ¡cuánta admiración siento por ti! Ya que viviste en un momento muy duro de la Tierra 3D, pero aún así fuiste audaz y tuviste plena determinación para cumplir con tu tarea sagrada. Por esa audacia que te caracterizaba, conociste muchas cosas, muchas realidades.

Una de las más duras, fue enfrentarte a la inmensa e incomprensible crueldad de un ser humano contra otro cuando visitaste Polonia y entraste en contacto con los campos de concentración donde murieron tantos inocentes de la forma más despreciables y abominable posible.

Siento que Hitler, su maldad y los desmanes del Yo Superior, separado de su sentir femenino crístico, están relacionados ¿es así? porque estoy harta de que todo se atribuya siempre a nuestra culpa, o inconsciencia humana. Ese ‘pigmeo’ de Hitler no hubiera podido hacer tanto desmán de no haber sido apoyado por fuerzas enormes, que le despejaron el camino.

Sé que tú has investigado sobre esto, porque enfrentarte con esta crueldad sobre el terreno donde ocurrió, te causó un impacto tremendo en el corazón. Adelante, querida Eli ¿es verdad que todos tenemos un Hitler dentro? Y, si es así, ¿por qué es?, ¿somos genuinamente crueles o ‘algo’ ajeno a nosotros a veces nos hace actuar de forma cruel?

Siento que el pueblo raso alemán fue hipnotizado por algo, algo que canalizaba Hitler de su yo superior.

Eli: Antes que nada, déjame decirte algo: “¡qué mujer maravillosa eres!", cuanto me alegra poder tener estas charlas contigo y con Sinlin, porque ella, a través nuestro, se nutre mucho.

Sinlin y yo nos hemos reído del término que utilizaste para llamar a este ser "pigmeo", yo no lo hubiera dicho mejor, y es que es lo que era. Tienes razón en todo lo que has dicho respecto al yo superior, este humano no hubiese hecho nada sin su total ayuda. Para hacer lo que hizo, y poner a todo un pueblo a su favor para tal crueldad, tuvo apoyo de otro lado. El ser superior de Hitler tenía todo bien calculado, aún me aterra saber que estos "yo superiores" sean quienes guían a muchas personas que no han despertado aún a la verdad del amor, ¡qué locura!

Hitler hacía más que hablar, él traía con sus palabras una energía que a todos ponía a sus pies, y esa energía provenía precisamente de su yo superior, un masculino sin escrúpulos de nada, como todos ellos, que no les importa más allá de su crecimiento y experimentación, sin importar a quien te llevas por delante y el cómo (precisamente ayer , mi propio yo superior me amenazaba con que iba a hacer algo, que me iba a poner de nuevo a sus pies, para implorarle que me siguiera guiando y determinando la vida, ¡pues que espere sentado, porque no lo pienso hacer nunca, ahora que he tomado profunda conciencia de su malévolo e insensible actuar, no solo conmigo, sino también con Eli, quien tiene el mismo Yo Superior que yo misma).

Cada vez que pienso en ello se me revuelve todo. Queridas, todos llevamos un Hitler dentro, pero es más por los caprichos de nuestro yo superior que por cualquier otra cosa. En su esencia, en su corazón más puro, el humano es un ser muy amoroso y sensible, pero aquí, además de los desmanes de la 3D como tal, tiene que soportar las de su yo superior. Es por ello que la vida en la 3D es invivible, y es por ello que estoy ahora aquí pues no deseo que siga siendo así, no más miseria.

Rowina: Mi querida Eli, cuan emocionada estoy de esta aclaración, ¿sabes por qué?

porque me da inmensa fuerza para operar en consecuencia y poner a todos esos miserables yo superiores altaneros y dictatoriales en las manos del femenino crístico máximo, para que al ser tocados por él, no tengan más remedio que equilibrarse y dejar de ser esos miserables indeseables que son.

Eli: ¿Por qué crees que han dado tanta batalla?, porque son unos tiranos y es lo que el humano no sabe y en ocasiones no acepta, se queda mirando las injusticias que hay en su propia vida y en las de los demás sin participar ni hacerse preguntas sobre el origen de tamaño despropósito, porque está sumergido en el mundo mentiroso de la falsa espiritualidad, que para todo lo que te pasa, tiene una ‘adecuada’ y estereotipada respuesta.

Rowina: Quiero hacerte otra pregunta, si no te importa, ¿por qué la parte femenina crística de nuestro yo superior ha permanecido inactiva? ¿cómo no se ha compadecido antes nuestro dolor?

Eli: Esa parte no tenía como operar, es lo mismo que ha pasado con la Madre, que no podía operar, porque al haber sido desterrada de la 3D, llegaba de una manera muy leve., Como Tierra ha estado muy olvidada de su femenino, de sí misma, todo en Tierra estuvo así, desviado del sentir del corazón, y la energía femenina crísitica no podía entrar. Ella solo puede entrar en nuestras vidas encarnadas, si un femenino encarnado logra alcanzar el estado del femenino crístico en su corazón, y ahora se ha conseguido contigo, en la unidad que conformas con Sinlin.

Rowina: Cuanta alegría me da saberlo y sé que a Sinlin también le da alegría saberlo porque así vamos a poder ser mucho más comprometidas en resolver esto de inmediato, para que la vida en la 3D se convierta en vivible de una buena vez.

Eli: Rowi, la parte femenina crística del Yo Superior, está ahora al alcance del corazón, gracias a ti. Me alegro mucho de que lo hayas logrado.

Rowina: Pero Eli, no sé cuál es el siguiente paso, sé todo esto, pero aún no hallo la claridad para ponerlo en palabras y entregarlo a la Madre para su ordenamiento. La Madre es el equilibrio de toda situación, ya en otras ocasiones, he entregado a mi Yo Superior (Cristóbal), pero sé que ahora la entrega debe de ser mucho más profunda, pues mucho más profunda ha sido su malévola acción, en connivencia con otros yo superiores.

¿Debo solicitar a la Madre que se produzca la fusión inmediata del aspecto masculino y femenino crístico del Yo Superior y así se equilibra todo, o hay que hacer algo más?

Eli: Antes que nada, hazte una en tu corazón con el femenino crístico de tu Yo Superior, para que el poder de tus palabras se amplifique. Sé que encontrarás las palabras precisas para entregar a este ser que ni deseo mencionar su nombre. Una vez estés unificada con tu yo superior femenino crístico, te aseguro que las palabras serán las adecuadas, porque ellas estarán retumbando en tu corazón. La fusión ha de darse, es la única manera en que estos yo superiores masculinos paren de hacer desmanes.

Rowina: Anoche, cuando Cristóbal me amenazaba con algo que me había preparado

para hacer que me arrastrara a sus pies, implorando su guía de nuevo en mi vida, aceptando sus mandatos, pasó algo... Yo estaba enfrente de él, conectada en mi corazón a mi femenino crístico, sentí que él miraba a algo detrás de mí con aprehensión, me di la vuelta y no vi nada, pero yo sabía que él había visto a mi femenino crístico inmenso y poderoso detrás de mí, ¿por qué le teme?

Eli: Porque es muy cobarde, claro que le teme, sabe que ella es su equilibrio, y que ella lo pone en su sitio. Ellos, queridas mías, han abusado de todos porque el femenino fue desterrado de la 3D de Tierra, algo que ya saben ustedes. Al ser la energía femenina desterrada, ellos se apropiaron de todo e hicieron a sus anchas, pero el femenino es quien les pone en su sitio, quien les ordena y guía, algo que ellos ya olvidaron, no tienen la menor idea de lo que eso significa, y claro, lo ven como algo horrible, les asusta, igual que pasa en la 3D. Poco recuerdan de la belleza de esa unificación, poco o nada.

Rowina: Entiendo, y una cosa más, Cristóbal no opera solo, sino con otros potentes yo superiores masculinos, como el de la Tierra, ¿en mi entrega, he de entregar específicamente al aspecto masculino del yo superior de la Tierra para que ella pueda hacer su transición al estilo del femenino crístico, como desea?

Eli: Entrega a todos los yo superior incluyendo firmemente al de Tierra, e incluye lo que acabas de citar, para que ella pueda seguir su transformación, así todo queda ordenado y dispuesto para ello.

Rowina: Muy bien, anoche te vi venir junto a Einstein. Él me dijo que sois amigos

cuando me habló hace un par de días, aunque no estaba en tu equipo de trabajo ¿es así? ¿qué participación tiene él en que esta situación con el yo superior se equilibre? ¿por qué nos dijo que la apariencia de enfermedad que estábamos pasando en realidad era que estábamos quemando todo reducto de unión con la parte masculina del yo superior, ¿es así?

Eli: Nuestra amistad se da más ahora que antes, siempre le admiré, por su labor y esfuerzo.

Siento que él aún tiene alguna sensación desagradable respecto de su paso por la 3D porque sus descubrimientos no fueron bien enfocados.

Sí, tal como él te dijo, Igneón y tú están quemando partes de la unión que aún conservaban con el aspecto masculino de su yo superior, y es porque la energía femenina crística es más fuerte cada vez en ustedes, es ahora la energía que portan más abiertamente.

Rowina: Qué bueno lo de la quema de todo reducto con ese aspecto masculino del yo superior que tantos dolores de cabeza nos ha dado, y que eso sea porque tenemos más presente la energía femenina crística de nuestro yo superior.

Eli: Esa quema causa molestias que son -de alguna manera- visibles en los cuerpos físicos.

Rowina: Entiendo, ¡Qué cosa lo de Einstein!, sí, sé que sus descubrimientos no los utilizaron bien y supongo que a él de dañó en el corazón lo que hicieron con sus investigaciones. Creo que la bomba atómica se basó en los descubrimientos de Einstein, no me extraña que no se sienta bien con eso, y ¿qué piensa hacer al respeto? ¿por qué se ha sentido llamado a venir a verme? siendo tan amigos, seguro que te ha dicho algo.

Eli: Siento que él ahora va a aportar lo que en ese entonces trato de hacer, pero que no fue visto como él quiso. Sé que Igneón, tu valioso compañero al cual admiro, estará encantado de recibirle, porque se entenderán maravillosamente.

Rowina: Seguro que si, muy bien, Eli, muchas gracias por todas estas aclaraciones

estoy disfrutando mucho de tu biografía, ojala la mía fuera tan interesante como la tuya. La mía es menos popular, jajajajajaj, no apta para cardiacos.

Eli: ¿Que dices? Querida, tienes más que contar que yo. Me alegra que te guste mi biografía, y en ella vas a encontrar muchas cosas que te llevarán a ver otras más.

Rowina: No creo que la mayor parte de las personas a las que les pudiera contar mis hazañas las creerían, no son 'políticamente correctas'.

Eli: Las mías tampoco lo fueron, nunca lo fueron, ni lo serán. Rowi, a nadie le interesa estar al lado de un moribundo, ni a la misma familia, solo los desechan. Están tan empeñados en que no se vaya, que no le ven, no le permiten dar ese paso en paz.

Rowina: Touché!!!! en eso tienes toda la razón, y aun así te terminaron reconociendo tu trabajo y dándote varios honoris causa, ¡¡¡qué paradoja!!!

Eli: Así es, igual será con tu trabajo, es más ya está siendo reconocido, es un bello trabajo y te admiro por ello.

Rowina: Uy, pero aún me queda mucho por hacer para que me den honoris causa como a ti, jajajajaja. En fin, el único honoris causa que deseo recibir es el de mi propio corazón, saber que él está satisfecho de que yo haya llegado hasta el final, para traer de vuelta su vibración a esta maravillosa Tierra.

Eli, ¿nos seguirás inspirando para que lo consigamos? me hacen falta tu fuerza, tu determinación, y sobre todo, tu maravilloso amor donado sin condiciones.

Eli: No voy a ningún lado, aquí me quedo porque tu anhelo es el mío, así que aquí me quedo.

Rowina: Gracias Eli, tú en el cielo de la 5D y yo en la 3D donde ya no quieres volver, jajajaajaja.

Eli: No, allí no voy a volver.

Rowina: Tengo la esperanza de ver con mis propios ojos el cambio en la 3D, dignificarla, colaborar para que pueda ser vivida desde la perspectiva abarcativa e inclusiva del corazón.

Eli: Eso algo con lo que sueño yo también...

Rowina: Así, quizás, si te invito a venir de nuevo a ella, cuando sea la Biblioteca Viviente de nuevo me digas, ¡si!, porque sé que amas profundamente la Vida y la naturaleza

y Tierra se va a convertir de nuevo en un vergel. Ese es mi gran sueño, verla convertida de nuevo en un vergel, donde lo espiritual, como tú misma decías, signifique vivir en equilibrio, en armonía con los demás y en unidad con todo ser vivo ¡que así sea, mi preciosa Eli, que así sea! uf, cuánto me emociono al decirlo. Ojalá que lo podamos conseguir lo más suave, dúctil y sencillamente posible, como actúa el femenino.

Eli: ¡¡Que así sea!! Lo vamos a conseguir, no lo dudes.

Rowina: Gracias, querida mía, hasta nuestra próxima charla.

Eli: Gracias a ambas, y me encantan estas charlas.

Rowina: Si, sé que a Sinlin también, sé que es una nueva forma para ti de demostrar

que la muerte no existe, que la vida es eterna, como solías decir cuando estabas encarnada, ¿verdad?, ahora, nosotras que estamos 'vivas', nos comunicamos sin problemas y de una forma maravillosa contigo, que estás 'muerta', yo diría que estás más ‘vivita y coleando’ que nunca, ¡¡¡¡viva Elisabeth!!!! pequeñita y menuda mujer en 'vida', pero absolutamente inmensa e inigualable en el poder de su corazón.

Eli: Ambas me llenan de mucha alegría.

Rowina: Y tú a nosotras, no dejes de inspirarnos y de tirarnos de las orejas cuando se nos 'olvide' vibrar en el femenino crístico que ambas somos.

Eli: Gracias querida mía, cuenten con ello, que para eso soy muy buena.

Rowina: Gracias por haber reaparecido en mi vida, gracias, de todo corazón.

..

Rowina: Bueno, Sinlin, ¡qué fantástica charla con este ser magnífico!

Sinlin: Sí, es estupenda y revitalizante.

Rowina: Gracias por encontrar el momento para recibirla, on-line, junto a mí. Es maravilloso que podamos compartir juntas estas cosas, aún estando a kilómetros de distancia. Bendigo al msn, y a quien lo haya creado.¡¡¡¡Viva la grandeza humana de quien lo creo!!!!

Sinlin: Lo mismo digo, que ahora es nuestra manera de estar juntas. ¡¡¡VIVA!!! hizo muy buen trabajo, porque une a muchos seres.

Rowina: Bueno, entonces, ya te vas a trabajar, ¿verdad? pues vas a tener una bonita tarde, porque te vas a ir llena del amor de Eli, y del reto que tenemos por delante…

Sinlin: Me voy plena. Pues adelante con el reto, que nada nos detiene ya, hemos pasado por tanto, que, qué más da nos da seguir un poco más…

Rowina: ¡Esa es mi chica! te quiero montones y montones.

Sinlin: Yo también a ti.

PRIMERA PARTE DE LA BIOGRAFÍA DE ELISABETH KÜBLER-ROSS

Eli dividió su biografía en cuatro partes, El Ratón, el Oso, el Búfalo y el Águila, cada parte corresponde a una etapa de la Vida.

Esta vez os comparto una primera parte de la etapa de su vida que corresponde al Ratón, la etapa de la infancia y la primera juventud.

"EL RATÓN" (infancia y juventud).

Al ratón le gusta meterse por todas partes, es animado y juguetón, y va siempre por delante

de los demás.

LA CASUALIDAD NO EXISTE

Tal vez esta introducción sea de utilidad. Durante años me ha perseguido la mala reputación. La verdad es que me han acosado personas que me consideran la Señora de la Muerte y del Morir. Creen que el haber dedicado más de tres decenios a investigar la muerte y la vida después de la muerte me convierte en experta en el tema. Yo creo que se equivocan.

La única realidad incontrovertible de mi trabajo es la importancia de la Vida.

Siempre digo que la muerte puede ser una de las más grandiosas experiencias de la vida. Si se vive bien cada día, entonces no hay nada que temer.

Tal vez éste, que sin duda será mi último libro, aclare esta idea. Es posible que plantee nuevas preguntas e incluso proporcione las respuestas.

Desde donde estoy sentada en estos momentos, en la sala de estar llena de flores de mi casa en Scottsdale (Arizona), contemplo mis 70 años de vida y los considero extraordinarios.

Cuando era niña, en Suiza, jamás, ni en mis sueños más locos —y eran realmente muy locos—, habría pronosticado que llegaría a ser la famosa autora de ‘Sobre la muerte y los moribundos’, una obra cuya exploración del último tránsito de la vida me situó en el centro de una polémica médica y teológica. Jamás me habría imaginado que después me pasaría el resto de la vida explicando que la muerte no existe.

Según la idea de mis padres, yo tendría que haber sido una simpática y devota ama de casa suiza. Pero acabé siendo una tozuda psiquiatra, escritora y conferenciante del suroeste de Estados Unidos, que se comunica con espíritus de un mundo que creo es mucho más acogedor, amable y perfecto que el nuestro. Creo que la medicina moderna se ha convertido en una especie de profeta que ofrece una vida sin dolor. Eso es una tontería. Lo único que a mi juicio sana verdaderamente es el amor dado sin condiciones.

Algunas de mis opiniones son muy poco ortodoxas. Por ejemplo, durante los últimos años he sufrido vanas embolias, entre ellas una de poca importancia justo después de la Navidad de 1996. Mis médicos me aconsejaron, y después me suplicaron, que dejara el tabaco, el café y los chocolates. Pero yo continúo dándome esos pequeños gustos. ¿Por qué no? Es mi vida.

Así es como siempre he vivido. Si soy tozuda e independiente, si estoy apegada a mis costumbres, si estoy un poco desequilibrada, ¿qué más da? Así soy yo.

De hecho, las piezas que componen mi existencia no parecen ensamblarse bien. Pero mis experiencias me han enseñado que no existen las casualidades en la vida. Las cosas que me ocurrieron tenían que ocurrir.

Estaba destinada a trabajar con enfermos moribundos. Tuve que hacerlo cuando me encontré con mi primer paciente de sida. Me sentí llamada a viajar unos 200.000 kilómetros al año para dirigir seminarios que ayudaban a las personas a hacer frente a los aspectos más dolorosos de la vida, la muerte y la transición entre ambas.

Más adelante me sentí impulsada a comprar una granja de 120 hectáreas en Virginia, donde construí mi propio centro de curación e hice planes para adoptar a bebés infectados por el sida. Aunque todavía me duele reconocerlo, comprendo que estaba destinada a ser arrancada de ese lugar idílico.

En 1985, después de anunciar mi intención de adoptar a bebés infectados por el sida, me convertí en la persona más despreciada de todo el valle Shenandoah, y aunque pronto renuncié a mis planes, un grupo de hombres estuvo haciendo todo lo posible, excepto matarme, para obligarme a marcharme. Disparaban hacia las ventanas de mi casa y mataban a tiros a mis animales. Me enviaban mensajes amenazadores que me hicieron desagradable y peligrosa la vida en ese precioso paraje. Pero aquél era mi hogar, y obstinadamente me negué a hacer las maletas.

Viví casi diez años en la granja de Head Waters en Virginia. La granja era justo lo que había soñado, y para hacerla realidad invertí en ella todo el dinero ganado con los libros y conferencias. Construí mi casa, una cabaña cercana y una alquería. Construí también un centro de curación donde daba seminarios, reduciendo así el tiempo dedicado a mi ajetreado programa de viajes. Tenía el proyecto de adoptar a bebés infectados por el sida, para que disfrutaran de los años de vida que les quedaran, los que fueran, en plena naturaleza.

La vida sencilla de la granja lo era todo para mí. Nada me relajaba más después de un largo trayecto en avión que llegar al serpenteante camino que subía hasta mi casa. El silencio de la noche era más sedante que un somnífero. Por la mañana me despertaba la sinfonía que componían vacas, caballos, pollos, cerdos, asnos, hablando cada uno en su lengua. Su bullicio era la forma de darme la bienvenida. Los campos se extendían hasta donde alcanzaba mi vista, brillantes con el rocío recién caído. Los viejos árboles me ofrecían su silenciosa sabiduría.

Allí se trabajaba de verdad. El contacto con la tierra, el agua y el sol, que son la materia de la vida, me dejó las manos mugrientas. Mi vida. Mi alma estaba allí.

Entonces, el 6 de octubre de 1994 me incendiaron la casa.

Se quemó toda entera, hasta el suelo, y fue una pérdida total para mí. El fuego destruyó todos mis papeles. Todo lo que poseía se transformó en cenizas.

Atravesaba a toda prisa el aeropuerto de Baltimore a fin de coger un avión para llegar a casa cuando me enteré de que ésta estaba en llamas. El amigo que me lo dijo me suplicó que no fuera allí todavía. Pero toda mi vida me habían dicho que no estudiara medicina, que no hablara con pacientes moribundos, que no creara un hospital para enfermos de sida en la cárcel, y cada vez, obstinadamente, yo había hecho lo que me parecía correcto y no lo que se esperaba que hiciera. Esa vez no sería diferente.

Todo el mundo sufre contratiempos en la vida. Cuanto más numerosos son más aprendemos y maduramos.

El viaje en avión fue rápido. Muy pronto ya estaba en el asiento de atrás del coche de un amigo que conducía a toda velocidad por los oscuros caminos rurales. Desde varios kilómetros de distancia distinguí nubes de humo y lenguas de fuego que se perfilaban contra un cielo totalmente negro. Era evidente que se trataba de un gran incendio.

Cuando ya estábamos más cerca, la casa, o lo que quedaba de ella, casi no se veía entre las llamas. Aquélla era una escena digna del infierno. Los bomberos dijeron que jamás habían visto algo semejante. Debido al intenso calor no pudieron acercarse a la casa hasta la mañana siguiente.

Esa primera noche busqué refugio en la alquería, que no se hallaba lejos de la casa y estaba habilitada para acoger a mis invitados. Me preparé una taza de café, encendí un cigarrillo y me puse a pensar en la tremenda pérdida que representaban para mí los objetos carbonizados en ese horno ardiente que en otro tiempo fuera mi casa. Era algo aniquilador, pasmoso, incomprensible. Entre lo que había perdido estaban los diarios que llevaba mi padre desde que yo era niña, mis papeles y diarios personales, unos 20.000 historiales de casos relativos a mis estudios sobre la vida después de la muerte, mi colección de objetos de arte de los indios norteamericanos, fotografías, ropa, todo.

Durante 24 horas permanecí en estado de conmoción. No sabía cómo reaccionar, si llorar, gritar, levantar los puños contra Dios, o simplemente quedarme con la boca abierta ante la férrea intromisión del destino. La adversidad sólo nos hace más fuertes. Siempre me preguntan cómo es la muerte. Contesto que es maravillosa. Es lo más fácil que vamos a hacer jamás.

La vida es ardua. La vida es una lucha. La vida es como ir a la escuela; recibimos muchas lecciones. Cuanto más aprendemos, más difíciles se ponen las lecciones.

Aquélla era una de esas ocasiones, una de las lecciones. Dado que no servía de nada negar la pérdida, la acepté. ¿Qué otra cosa podía hacer? En todo caso, era sólo un montón de objetos materiales, y por muy importante o sentimental que fuera su significado, no eran nada comparados con el valor de la vida. Yo estaba ilesa, mis dos hijos, Kenneth y Barbara, ambos adultos, estaban vivos. Unos estúpidos habían logrado quemarme la casa y todo lo que había dentro, pero no podían destruirme a mí.

Cuando se aprende la lección, el dolor desaparece.

Esta vida mía, que comenzara a muchos miles de kilómetros, ha sido muchas cosas, pero jamás fácil. Esto es una realidad, no una queja. He aprendido que no hay dicha sin contratiempos. No hay placer sin dolor. ¿Conoceríamos el goce de la paz sin la angustia de la guerra? Si no fuera por el sida, ¿nos daríamos cuenta de que el mundo está en peligro? Si no fuera por la muerte, ¿valoraríamos la vida? Si no fuera por el odio, ¿sabríamos que el objetivo último es el amor?

Me gusta decir que "Si cubriéramos los desfiladeros para protegerlos de los vendavales, jamás veríamos la belleza de sus formas".

Reconozco que esa noche de octubre de hace dos años fue una de esas ocasiones en que es difícil encontrar la belleza. Pero en el transcurso de mi vida había estado en encrucijadas similares, escudriñando el horizonte en busca de algo casi imposible de ver. En esos momentos uno puede quedarse en la negatividad y buscar a quién culpar, o puede elegir sanar y continuar amando. Puesto que creo que la única finalidad de la existencia es madurar, no me costó escoger la alternativa.

Así pues, a los pocos días del incendio fui a la ciudad, me compré una muda de ropa y me preparé para afrontar cualquier cosa que pudiera ocurrir a continuación.

En cierto modo, ésa es la historia de mi vida.

 

PRIMERA PARTE :"EL RATÓN".

EL CAPULLO

Durante toda la vida se nos ofrecen pistas que nos recuerdan la dirección que debemos seguir. Si no prestamos atención, tomamos malas decisiones y acabamos con una vida desgraciada. Si ponemos atención aprendemos las lecciones y llevamos una vida plena y feliz, que incluye una buena muerte.

El mayor regalo que nos ha hecho Dios es el libre albedrío, que coloca sobre nuestros hombros la responsabilidad de adoptar las mejores resoluciones posibles.

La primera decisión importante la tomé yo sola cuando estaba en el sexto año de enseñanza básica. Hacia el final del semestre la profesora nos dio una tarea; teníamos que escribir una redacción en la que explicáramos qué queríamos ser cuando fuéramos mayores. En Suiza, el trabajo en cuestión era un acontecimiento importantísimo, pues servía para determinar nuestra instrucción futura. O bien te encaminabas a la formación profesional, o bien seguías durante años rigurosos estudios universitarios.

Yo cogí lápiz y papel con un entusiasmo poco común. Pero por mucho que creyera que estaba forjando mi destino, la realidad era muy otra. No todo dependía de la decisión de los hijos. Sólo tenía que pensar en la noche anterior. Después de la cena, mi padre hizo a un lado su plato y nos miró detenidamente antes de hacer una importante declaración.

Ernst Kübler era un hombre fuerte, recio, con opiniones a juego. Años atrás había enviado a mi hermano mayor, Ernst, a un estricto internado universitario. En ese momento estaba a punto de revelar el futuro de sus hijas trillizas.

Yo me sentí impresionadísima cuando le dijo a Erika, la más frágil de las tres, que haría una carrera universitaria. Después le dijo a Eva, la menos motivada, que recibiría formación general en un colegio para señoritas. Finalmente fijó los ojos en mí y yo rogué para mis adentros que me concediera mi sueño de ser médica. Seguro que él lo sabía.

Pero no olvidaré jamás el momento siguiente. —Elisabeth, tú vas a trabajar en mi oficina —me dijo—. Necesito una secretaria eficiente e inteligente. Ese será el lugar perfecto para ti.

Me sentí terriblemente abatida. Al ser una de las tres trillizas idénticas, toda mi vida había luchado por tener mi propia identidad. Y en ese momento, de nuevo, se me negaban los pensamientos y sentimientos que me hacían única.

Me imaginé trabajando en su oficina, sentada todo el día ante un escritorio, escribiendo cifras. Mis jornadas serían tan uniformes como las líneas de un papel cuadriculado.

Eso no era para mí. Desde muy pequeña había sentido una inmensa curiosidad por la vida. Contemplaba el mundo maravillada y reverente. Soñaba con ser médica rural o, mejor aún, con ejercer la medicina entre los pobres de India, del mismo modo en que mi héroe Al-bert Schweitzer lo hacía en África. No sabía de dóndehabía sacado esas ideas, pero sí sabía que no estaba hecha para trabajar en la oficina de mi padre.

- ¡No, gracias! —repliqué.

En aquel tiempo una respuesta así de un hijo no era aceptable, sobre todo en mi casa. Mi padre se puso rojo de indignación, se le hincharon las venas de las sienes. Entonces explotó:

- Si no quieres trabajar en mi oficina, puedes pasarte el resto de tu vida de empleada doméstica —gritó, y se fue furioso a encerrarse en su estudio.

- Prefiero eso —contesté al instante.

Y lo decía en serio. Prefería trabajar de empleada del hogar y conservar mi independencia que permitir que alguien, aunque fuera mi padre, me condenara a una vida de contable o secretaria. Eso habría sido para mí como ir a la cárcel.

Todo eso me aceleró el corazón y la pluma cuando, a la mañana siguiente en la escuela, llegó el momento de escribir la redacción.

En la mía no apareció ni la más mínima alusión a un trabajo de oficina. Entusiasmada, escribí sobre seguir los pasos de Schweitzer en la selva e investigar las muchas y vanadas formas de la vida. "Deseo descubrir la finalidad de la existencia."

Desafiando a mi padre, afirmé también que aspiraba a ejercer la medicina. No me importaba que él leyera mi trabajo y volviera a enfurecerse. Nadie me podía robar los sueños. "Apuesto a que algún día podré hacerlo sola —me dije—. Siempre hemos de aspirar a la estrella más alta."

Las preguntas de mi infancia eran: ¿por qué nací trilliza sin una clara identidad propia? ¿Por qué era tan duro mi padre? ¿Por qué mi madre era tan cariñosa? Tenían que ser así. Eso formaba parte del plan. Creo que toda persona tiene un espíritu o ángel guardián. Ellos nos ayudan en la transición entre la vida y la muerte y también a elegir a nuestros padres antes de nacer.

Mis padres eran una típica pareja conservadora de clase media alta de Zúrich. Sus personalidades demostraban la verdad del viejo axioma de que los polos opuestos se atraen. Mi padre, director adjunto de la empresa de suministros de oficinas más importante de la ciudad, era un hombre fornido, serio, responsable y ahorrador. Sus ojos castaño oscuro sólo veían dos posibilidades en la vida: su idea y la idea equivocada.

Pero también tenía un enorme entusiasmo por la vida. Nos dirigía en los cantos alrededor del piano familiar y le encantaba explorar las maravillas del paisaje suizo. Miembro del prestigioso Club de Esquí de Zúrich, era el hombre más feliz del mundo cuando iba de excursión, escalaba o esquiaba en las montañas. Ese amor a la naturaleza se lo transmitió a sus hijos.

Mi madre era esbelta, bronceada y de aspecto sano, aunque no participaba en las actividades al aire libre con el mismo entusiasmo de mi padre. Menuda y atractiva, era un ama de casa práctica y orgullosa de sus habilidades. Era una excelente cocinera. Ella misma confeccionaba gran parte de su ropa, tejía mullidos suéters, tenía la casa ordenada y limpia, y cuidaba de un jardín que atraía a muchos admiradores. Era valiosísima para el negocio de mi padre. Después de que naciera mi hermano, se consagró a ser una buena madre.

Pero deseaba tener una preciosa hijita para completar el cuadro. Sin ninguna dificultad quedó embarazada por segunda vez.

Cuando el 8 de julio de 1926 le comenzaron los dolores del parto, oró a Dios pidiéndole una chiquitína regordeta a la cual pudiera vestir con ropa para muñecas. La doctora B., tocóloga de edad avanzada, la asistió durante los dolores y contracciones. Mi padre, que estaba en la oficina cuando le comunicaron el estado de mi madre, llegó al hospital en el momento en que culminaba la espera de nueve meses. La doctora se agachó y cogió a un bebé pequeñísimo, el recién nacido más diminuto que los presentes en la sala de partos habían visto venir al mundo con vida.

Esa fue mi llegada; pesé 900 gramos. La doctora se sorprendió ante mi tamaño, o mejor dicho ante mi falta de tamaño; parecía un ratoncito. Nadie supuso que sobreviviría. Pero en cuanto mi padre oyó mi primer vagido, se precipitó al pasillo a llamar a su madre, Frieda, para informarle de que tenía otro nieto. Cuando volvió a entrar en la habitación, le sacaron de su error.

- En realidad Frau Kübler ha dado a luz a una hija —le dijo la enfermera.

Le explicaron que muchas veces resulta difícil establecer el sexo de los bebés tan pequeñitos. Así pues, volvió a correr hacia el teléfono para decir a su madre que había nacido su primera nieta.

- La vamos a llamar Elisabeth —le anunció orgulloso.

Cuando volvió a entrar en la sala de partos para confortar a mi madre se encontró con otra sorpresa. Acababa de nacer una segunda hija, tan frágil como yo, de 900 gramos. Después de dar la otra buena noticia a mi abuela, mi padre vio que mi madre continuaba con muchos dolores. Ella juraba que aún no había terminado, que iba a dar a luz otro bebé. Para mi padre aquella afirmación era fruto del agotamiento y, un poco a regañadientes, la anciana y experimentada doctora le dio la razón.

Pero de pronto mi madre empezó a tener más contracciones. Comenzó a empujar y al cabo de unos momentos nació una tercera hija. Esta era grande, pesaba 2,900 kilos, triplicaba el peso de cada una de las otras dos, y tenía la cabecita llena de rizos. Mi agotada madre estaba emocionadísima. Por fin tenía a la niñita con la que había soñado esos nueve meses.

La anciana doctora B. se creía clarividente. Nosotras éramos las primeras trillizas cuyo nacimiento le había tocado asistir.

Nos miró detenidamente las caras y le hizo a mi madre los vaticinios para cada una. Le dijo que Eva, la última en nacer, siempre sería la que estaría "más cerca del corazón de su madre", mientras que Erika, la segunda, siempre "elegiría el camino del medio". Después la doctora B. hizo un gesto hacia mí, comentó que yo les había mostrado el camino a las otras dos y añadió: —Jamás tendrá que preocuparse por ésta.

Al día siguiente todos los diarios locales publicaban la emocionante noticia del nacimiento de las trillizas Kübler. Mientras no vio los titulares, mi abuela creyó que mi padre había querido gastarle una broma tonta. La celebración duró varios días. Sólo mi hermano no participó del entusiasmo: sus días de principito encantado habían acabado bruscamente. Se vio sumergido bajo un alud de pañales. Muy pronto estaría empujando un pesado coche por las colinas u observando a sus tres hermanitas sentadas en orinales idénticos. Estoy segurísima de que la falta de atención que sufrió explica su posterior distanciamiento de la familia.

Para mí era una pesadilla ser trilliza. No se lo desearía ni a mi peor enemigo. Éramos iguales, recibíamos los mismos regalos, las profesoras nos ponían las mismas notas; en los paseos por el parque los transeúntes preguntaban cuál era cuál, y a veces mi madre reconocía que ni siquiera ella lo sabía.

Era una carga psíquica pesada de llevar. No sólo nací siendo una pizca de 900 gramos con pocas probabilidades de sobrevivir, sino que además me pasé toda la infancia tratando de saber quién era yo.

Siempre me pareció que tenía que esforzarme diez veces más que todos los demás y hacer diez veces más para demostrar que era digna de... algo, que merecía vivir. Era una tortura diaria.

Sólo cuando llegué a la edad adulta comprendí que en realidad eso me benefició. Yo misma había elegido para mí esas circunstancias antes de venir al mundo. Puede que no hayan sido agradables, puede que no hayan sido las que deseaba, pero fueron las que me dieron el aguante, la determinación y la energía para todo el trabajo que me aguardaba.

UN ÁNGEL MORIBUNDO.

Después de cuatro años de criar trillizas en un estrecho apartamento de Zúrich en el que no había espacio ni intimidad, mis padres alquilaron una simpática casa de campo de tres plantas en Meilen, pueblo suizo tradicional a la orilla del lago y a media hora de Zúrich en tren. Estaba pintada de verde, lo cual nos impulsó a llamarla "la Casa Verde".

Nuestra nueva vivienda se erguía en una verde colina y desde ella se veía el pueblo. Tenía todo el sabor del tiempo pasado y un pequeño patio cubierto de hierba donde podíamos correr y jugar. Disponíamos de un huerto que nos proporcionaba hortalizas frescas cultivadas por nosotros mismos. Yo rebosaba de energía y al instante me enamoré de la vida al aire libre, como buena hija de mi padre. Me encantaba aspirar el aire fresco matutino y tener lugares para explorar. A veces me pasaba todo el día vagabundeando por los prados y bosques y persiguiendo pájaros y animales.

Tengo dos recuerdos muy tempranos de esta época, ambos muy importantes porque contribuyeron a formar a la persona que llegaría a ser.

El primero es mi descubrimiento de un libro ilustrado sobre la vida en una aldea africana, que despertó mi curiosidad por las diferentes culturas del mundo, una curiosidad que me acompañaría toda la vida. De inmediato me fascinaron los niños de piel morena de las fotos. Con el fin de entenderlos mejor me inventé un mundo de ficción en el que podía hacer exploraciones, e incluso un lenguaje secreto que sólo compartía con mis hermanas. No paré de importunar a mis padres pidiéndoles una muñeca con la cara negra, cosa imposible de encontrar en Suiza. Incluso renuncié a mi colección de muñecas mientras no tuviera algunas con la cara negra.

Un día me enteré de que en el zoológico de Zúrich se había inaugurado una exposición africana y decidí ir a verla con mis propios ojos. Cogí el tren, algo que había hecho en muchas ocasiones con mis padres, y no tuve ninguna dificultad para encontrar el zoo. Allí presencié la actuación de los tambores africanos, que tocaban unos ritmos de lo más hermosos y exóticos. Mientras tanto, toda la ciudad de Meiden se había echado a la calle buscando a la traviesa fugitiva Kübler. Nada sabía yo de la inquietud que había creado cuando esa noche entré en mi casa. Pero recibí el conveniente castigo.

Por esa época, recuerdo también haber asistido a una carrera de caballos con mi padre. Como era tan pequeña, me hizo ponerme delante de los adultos para que tuviera una mejor vista. Estuve toda la tarde sentada en la húmeda hierba de primavera. Pese a que sentía un poco de frío, continúe allí instalada para disfrutar de la cercanía de esos hermosos caballos.

Poco después cogí un resfriado. Lo siguiente que recuerdo es que una noche desperté totalmente desorientada, caminando por el sótano. Allí me encontró mi madre, que me llevó al cuarto de invitados, donde podría vigilarme. Estaba delirando de fiebre. El resfriado se convirtió rápidamente en pleuresía y después en neumonía. Yo sabía que mi madre estaba resentida con mi padre por haberse marchado a esquiar unos días, dejándola sola con su agotador trío de niñas y su hijo todavía pequeño.

A las cuatro de la mañana se me disparó aún más la fiebre y mi madre decidió actuar. Llamó a una vecina para que cuidara de mi hermano y hermanas y le pidió al señor H., uno de los pocos vecinos que tenía coche, que nos llevara al hospital. Me envolvió en mantas y me sostuvo en brazos en el asiento de atrás mientras el señor H. conducía a gran velocidad hasta el hospital para niños de Zúrich.

Ésa fue mi introducción a la medicina hospitalaria, que lamentablemente se me grabó en la memoria por su carácter desagradable. La sala de reconocimiento estaba fría, nadie me dijo una sola palabra, ni siquiera un saludo, un "hola, cómo estás", nada. Una doctora apartó las mantas de mi cuerpo tembloroso y procedió a desvestirme rápidamente. Le pidió a mi madre que saliera de la sala. Entonces me pesaron, me examinaron, me punzaron, me exploraron, me pidieron que tosiera; buscando la causa de mi problema me trataron como a un objeto, no como a una niña pequeña.

Lo siguiente que recuerdo es haber despertado en una habitación desconocida. En realidad, se parecía más a una jaula de cristal, o a una pecera. No había ventanas, el silencio era absoluto. La luz del techo permanecía encendida las veinticuatro horas del día. Durante las semanas siguientes una serie de personas en bata de laboratorio estuvo entrando y saliendo sin decir ni una palabra ni dirigirme una sonrisa amistosa.

Había otra cama en la pecera. La ocupaba una niña unos dos años mayor que yo. Se veía muy frágil y tenía la piel tan blanca que parecía translúcida. Me hacía pensar en un ángel sin alas, un pequeño ángel de porcelana. Nadie la iba a visitar jamás.

La niña alternaba momentos de consciencia e inconsciencia, así que nunca llegamos a hablar. Pero nos sentíamos muy a gusto juntas, relajadas y en confianza; nos mirábamos a los ojos durante períodos de tiempo inconmensurables. Era nuestra manera de comunicarnos; teníamos largas e interesantes conversaciones sin emitir el menor sonido. Constituía una simple transmisión de pensamientos. Lo único que teníamos que hacer era abrir los ojos y comenzar la comunicación. Dios mío, cuánto había que decir.

Un día, poco antes de que mi enfermedad diera un giro drástico, me desperté de un sopor poblado de sueños y al abrir los ojos vi que mi compañera de cuarto me estaba esperando con la vista fija en mí. Entonces tuvimos una conversación muy hermosa, conmovedora y osada. Mi amiguita de porcelana me dijo que esa noche, de madrugada, se marcharía. Yo me preocupé.

- No pasa nada —me dijo—. Hay ángeles esperándome.

Esa noche noté que se removía más de lo habitual. Cuando traté de atraer su atención, continuó mirando como sin verme, o tal vez mirando a través de mí.

- Es importante que sigas luchando —me explicó—. Vas a mejorar. Vas a volver a tu casa con tu familia.

Yo me alegré, pero repentinamente me sentí angustiada.

- ¿Y tú? —le pregunté.

Me dijo que su verdadera familia estaba "al otro lado", y me aseguró que no había de qué preocuparse. Nos sonreímos y volvimos a dormirnos. Yo no sentía ningún temor por el viaje que mi amiga iba a emprender. Ella tampoco. Me parecía algo tan natural como que el sol se ponga por la noche y sea reemplazado por la luna.

A la mañana siguiente vi que la cama de mi amiga estaba desocupada. Ninguno de los médicos ni enfermeras hizo el menor comentario sobre su partida, pero en mi interior yo sonreí, sabiendo que antes de marcharse había confiado en mí. Tal vez yo sabía más que ellos. Desde luego nunca he olvidado a mi amiguita que aparentemente murió sola pero que, estoy segura, estaba atendida por personas de otra dimensión. Sabía que se había marchado a un lugar mejor.

En cuanto a mí, no estaba tan segura. Odiaba a la doctora. La consideraba culpable por no dejar que mis padres se me acercaran y sólo pudieran mirarme desde el otro lado de los cristales de las ventanas. Me miraban desde fuera y lo que yo necesitaba desesperadamente era un abrazo. Deseaba escuchar sus voces; deseaba sentir la tibia piel de mis padres y oír reír a mis hermanas. Ellos apretaban las caras contra el cristal. Me enseñaban dibujos enviados por mis hermanas, me sonreían y me hacían gestos con las manos. En eso consistieron sus visitas mientras estuve en el hospital.

Mi único placer era quitarme la piel muerta de los labios cubiertos de ampollas. Era agradable, y además enfurecía a la doctora. Cada dos por tres me golpeaba la mano y me amenazaba con atarme los brazos si no dejaba de quitarme la piel de los labios. Desafiante y aburrida yo continué haciéndolo; no podía refrenarme; era la única diversión que tenía. Pero un día, después de que se marcharan mis padres, entró esa cruel doctora en la habitación, me vio la sangre en los labios y me ató los brazos para que no pudiera volver a tocarme la cara.

Entonces utilicé los dientes; los labios no paraban de sangrarme. La doctora me detestaba por ser una niña terca, rebelde y desobediente. Pero yo no era nada de eso; estaba enferma, me sentía sola y ansiaba el calor del contacto humano. Solía frotarme uno con otro los pies y piernas para sentir el consolador contacto de la piel humana. Ésa no era manera de tratar a una niña enferma, y sin duda había niños mucho más enfermos que yo que lo pasarían aún peor.

Una mañana se reunieron varios médicos alrededor de mi cama y conversaron en murmullos acerca de que necesitaba una transfusión de sangre. Al día siguiente muy temprano entró mi padre en mi desolada habitación y con aspecto ufano y heroico me anunció que iba a recibir un poco de su "buena sangre gitana". De pronto se me iluminó la habitación. Nos hicieron tendernos en dos camillas contiguas y nos insertaron sendos tubos en los brazos. El aparato de succión y bombeo de sangre se accionaba manualmente y parecía un molinillo de café. Mi padre y yo contemplábamos los tubos rojos. Cada vez que movían la palanca salía sangre del tubo de mi padre y entraba en el mío.

- Esto te va a sacar del pozo —me animó—. Pronto podrás venir a casa.

Lógicamente yo creí cada una de sus palabras. Cuando acabó la transfusión me deprimí al ver que mi padre se levantaba y se marchaba, y volvía a quedarme sola. Pero pasados unos días me bajó la fiebre y se me calmó la tos. Entonces, una mañana volvió a aparecer mi padre, me ordenó que bajara mi flaco cuerpo de la cama y fuera por el pasillo hasta un pequeño vestuario. —Allí te espera una pequeña sorpresa —me dijo. Aunque las piernas me temblaban, mi ánimo eufórico me permitió recorrer el pasillo, al final del cual me imaginaba que estarían esperándome mi madre y mis hermanas para darme una sorpresa. Pero al entrar me encontré en un cuarto vacío. Lo único que había era una pequeña maleta de piel. Mi padre asomó la cabeza y me dijo que abriera la maleta y me vistiera rápidamente. Me sentía débil, tenía miedo de caerme y dudaba de tener fuerzas para abrir la maleta. Pero no quería desobedecer a mi padre y tal vez perder la oportunidad de volver a casa con él.

Hice acopio de todas mis fuerzas para abrir la maleta, y allí encontré la mejor sorpresa de mi vida. Estaba mi ropa muy bien dobladita, obra de mi madre, por supuesto, y encima de todo, ¡una muñeca negra! Era el tipo de muñeca negra con que había soñado durante meses. La cogí y me eché a llorar. Jamás antes había tenido una muñeca que fuera sólo mía; nada. No había ni un juguete ni una prenda de ropa que no compartiera con mis hermanas. Pero esa muñeca negra era ciertamente mía, toda mía, claramente distinguible de las muñecas blancas de Eva y de Erika. Me sentí tan feliz que me entraron deseos de bailar, y lo habría hecho si mis piernas me lo hubieran permitido.

Una vez en casa, mi padre me subió en brazos a la habitación y me puso en la cama. Durante las semanas siguientes sólo me aventuraba a salir hasta la cómoda tumbona del balcón, donde me instalaba, con mi preciada muñeca negra en los brazos para calentarme al sol y contemplar admirada los árboles y las flores donde jugaban mis hermanas. Me sentía tan feliz de estar en casa que no me importaba no poder jugar con ellas.

Lamenté perderme el comienzo de las clases, pero un día soleado se presentó en casa mi profesora predilecta, Frau Burkli, con toda la clase. Se reunieron bajo mi balcón y me dieron una serenata entonando mis alegres canciones favoritas. Antes de marcharse, mi profesora me entregó un precioso oso negro lleno de las más deliciosas trufas de chocolate, que devoré a una velocidad récord.

A paso lento pero seguro volví a la normalidad. Como comprendería mucho más adelante, mucho después de haberme convertido en uno de esos médicos de hospital de bata blanca, mi recuperación se debió en gran parte a la mejor medicina del mundo, a los cuidados y el cariño que recibí en casa, y también a no pocos chocolates.

EL RATÓN. SEGUNDA INFANCIA DE ELI

http://la-voz-del-amor.blogspot.com/2011/07/biografia-de-elisabeth-kubler-ross.html

EL RATÓN. JUVENTUD DE ELI

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EL OSO. PRIMEROS AÑOS DE LA VIDA ADULTA DE ELI

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EL OSO. SEGUNDA PARTE DE LA VIDA ADULTA DE ELI

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martes, 19 de julio de 2011

ELIZABETH KÜBLER-ROSS Y LA VERDAD SOBRE EL YO SUPERIOR

 

“Como ya no estoy en la 3D, puedo percibir las cosas con mucha mayor perspectiva, con mucha más agudeza, que donde ustedes aún están experimentando la vida. Verán, cuando se deja la experiencia terrenal, uno se hace muchas preguntas, preguntas que luego quiere responder. Esas respuestas se consiguen muchas veces volviendo a la vida de encarnado.

Kubler ross elisabethEn mi caso, con mi experiencia de vida, me quedé con muchos interrogantes, a consecuencia de amargas experiencias vividas en Tierra 3D. No podía ser que hubiera tenido que pasar por ellas para “aprender”; algo no encajaba.

Lamentablemente, no tuve la claridad necesaria para hacerlo, para conseguir las respuestas estando encarnada en la 3D, sino que las conseguí cuando dejé la Tierra 3D. Pero Rowina lo ha conseguido estando aún encarnada en ella. Esa es la gran diferencia entre ambas, pero por lo demás, somos muy similares. Amo a esa mujer, en la que me percibo tan reflejada”.

Así se manifestaba nuestra querida Elisabeth. Agradezco profundamente la ayuda que nos da en este mensaje para entender por qué nos han pasado cosas duras en la vida, cosas que no tenían que ver con nuestra inconsciencia, sino con ‘algo’ que nos hacía llegar esas experiencias duras una detrás de otra, sin dejarnos reponernos emocionalmente.

Ese algo era la faz masculina de nuestro Yo Superior.

Antes de venir a Argentina, vi en España, junto a un querido amigo, la película que le hicieron a Elisabeth poco antes de morir. Tanto a mi amigo como a mí nos sorprendió el énfasis con el que Elisabeth decía en ella: ¡Yo no vuelvo más, nunca más, a la 3D!

Pero dejemos a Elisabeth que nos explique por qué decía esto…

Elisabeth: ¡Yo no vuelvo más, nunca más, a la 3D! Este es mi postulado máximo, y tan sencillo a la vez. Tal vez les llame la atención, pero quiero contarles muchas cosas acerca de lo que verdaderamente está sucediendo con el así llamado Yo Superior.

El pasado mes de febrero, cuando supe que Eli y yo éramos parte del mismo Yo Superior, yo hablé con él sobre la experiencia de Eli en la 3D. Él aún tuvo la osadía de decirme que le tenía preparada una experiencia más dura cuando volviera a encarnar en la 3D, obviando que esta admirable mujer, en su libre soberanía, no pretendía volver a encarnar jamás en esta dimensión tan maltrecha por la acción de muchos seres de dimensiones superiores a la nuestra.

Nuestro Yo Superior, en su aspecto masculino, en lugar de ayudarnos y preservarnos, nos lleva, sobre todo a las personas más comprometidas con la Verdad del Amor, con la Vida, a tener vidas durísimas que llegan a ser incomprensibles a nivel emocional, algo que te va minando por dentro poco a poco, pues no comprendes tu ‘mala suerte’.

Afortunadamente, como dice Eli, yo me he dado cuenta de todo esto en vida, y en calidad de representante del equilibrio de la Madre Eterna, ya que el Amor Viviente significa equilibrio en las situaciones, voy a solicitar que se de equilibrio en esta desigual e injusta relación entre nuestro Yo Superior y sus manifestaciones, para que ‘se le bajen los humos’.

(sigue hablando Elisabeth)

Quien les habla, Elisabeth Kübler Ross, he sido más que maltratada por mi Yo Superior, por el lado masculino de mi Yo Superior. Me fui de la 3D totalmente maltrecha y arruinada en lo físico y material, pero NUNCA en lo espiritual. ¡Logré independizarme de él!, del lado masculino tirano de mi Yo Superior. Y eso, créanme, es mi mayor logro; el mayor.

Para quienes aún no conocen mi trayectoria ni saben quién soy, déjenme presentarme brevemente. Nací en Suiza. Fui la más pequeñita, y con menos probabilidades de vida de mis hermanas (eran trillizas, ella nació la primera, con 900 gramos). Sin embargo, vaya que me recuperé y logré salir adelante; me convertí en mí misma, cosa que pocas pueden decir de sí mismas.

Ser quien uno verdaderamente es no pasa por la cuna en la que llegó a la vida en la Tierra; tampoco por su familia parental; mucho menos por los títulos académicos que ha conseguido. Pasa, en verdad, por atreverse a afianzarse en lo que se siente internamente pulsando con esa fuerza maravillosa que impele la Vida, esa fuerza que te lleva a derribar obstáculos, a moverte en pos de eso que tu corazón te hace vibrar; sea cual sea la forma que adquiera, no importa. Lo verdaderamente importante es desprenderse de los encasillamientos sociales y descollar PARA UNO MISMO en lo que uno siente que es. De eso trata nuestra venida a la experimentación en la 3D.

Ustedes, podrían decirme, en una primera impresión, que no perciben dónde está la relación entre mi máximo postulado -: ¡Yo no vuelvo más, nunca más, a la 3D! - mi Yo Superior, ser quien uno es en verdad, y la expresión que uno también es de su propia esencia, de su origen Materno, de la Fuente. Pues, permítanme mostrársela, porque mucho tiene que ver también con ustedes, integrantes activos de la Familia Arco Iris.

Como ya no estoy en la 3D, puedo percibir las cosas con mucha mayor perspectiva, con mucha más agudeza, que donde ustedes aún están experimentando la vida. Verán, cuando se deja la experiencia terrenal, uno se hace muchas preguntas, preguntas que luego quiere responder. Esas respuestas se consiguen muchas veces volviendo a la vida de encarnado.

En mi caso, con mi experiencia de vida, me quedé con muchos interrogantes, a consecuencia de amargas experiencias vividas en Tierra 3D. No podía ser que hubiera tenido que pasar por ellas simplemente para “aprender”; algo no encajaba.

Lamentablemente, no tuve la claridad necesaria para hacerlo, para conseguir las respuestas estando encarnada en la 3D, sino que las conseguí cuando dejé la Tierra 3D. Pero Rowina, lo ha conseguido estando aún encarnada en ella. Esa es la gran diferencia entre ambas, pero por lo demás, somos muy similares. Amo a esa mujer, en la que me percibo tan reflejada.

Como Elisabeth Kübler Ross, me abrí solita a un campo inexistente en el mundo de la conciencia y la psiquiatría; el mundo de la muerte. Al menos, lo que en Tierra se conoce como muerte, que nada tiene que ver con la verdad.

Mi aporte estuvo en desentrañar cinco etapas clave en el proceso del moribundo, de quien ha sido declarado “insalvable” para la medicina tradicional. Me adentré en ese campo; me apasioné, más allá de las contras, de las burlas, de las dificultades indecibles que tuve. Pero lo conseguí, vaya que lo hice.

Escuchando, estando más en silencio que hablando, es como se consigue casi todo en Tierra 3D. Me refiero a lo verdadero, no a la fantochada absurda y ridícula que se comercializa como “vida”. Escuchando a innumerables hermanas y hermanos que tenían sentencia de muerte médica, pude advertir que todas y todos atravesaban una serie de etapas que se repetían sin excepción. Esas escuchas me permitieron desarrollar una terapia de asistencia al moribundo que ayuda tanto a quien se va como a quienes aún permanece en la vida de 3D.

Esas etapas fueron rechazadas, combatidas y ridiculizadas por el estamento ignorante y tan dañino de la cúpula del poder médico, que se negaba a ver la evidencia tan clara que dice: la vida no se acaba cuando dejamos el cuerpo; LA VIDA ES INMORTAL.

Luego de que felizmente dejara el cuerpo maltrecho que me dio el lado masculino de mi Yo superior, pude darme cuenta que esas etapas no solamente pueden aplicarse a la transición previa a otro estado de existencia físico, sino que también pueden aplicarse a la transición ¡a otro estado de conciencia!

Mi Yo Superior me puso la vida muy difícil; muchísimo. Nada me fue dado con facilidad desde que nací. Hasta el mismo día de mi fin en la 3D lo padecí sin cuartel. Hoy sé, con claridad que fue él quien me puso las cosas tan complicadas y esa complicación me llevó a ponerle más fuerza de oposición y lucha, para no dejarme arrastrar por su falta de amor hacia su propia creación. Lo conseguí, me independicé de él para siempre y eso es lo más maravilloso que logré en mi existencia, lo más maravilloso. ¡SOY LIBRE! Ya no soy su juguete de experimentación.

La Madre Suprema Creadora Crística, en su infinito Amor, crea a su imagen y semejanza a los Yo Superiores que se encargarán de experimentar la Vida. Esa experimentación no es ilimitada y a cualquier precio. Solo pueden experimentar mediante sus creaciones –nosotros, por caso- que cumplimos con una serie de mandatos dados por ellos. Esos mandatos son inobjetables hasta que nosotros nos despertamos a la Verdad, declarándonos independientes de ellos. Nuestra independencia radica en considerarnos en igualdad ante los ojos de la Madre. Igualdad en esencia, en lo que en nuestros corazones palpita de la mismísima Madre Suprema Creadora.

Cuando nos damos cuenta de ello y nos atrevemos a enfrentar al lado masculino actuante de nuestro Yo Superior, entonces –y sin importar las contras que ese lado masculino de nuestro Yo Superior nos ponga- si confiamos en quienes somos en nuestro corazón, podemos finalmente liberarnos de sus manejos, que en nada nos tienen en cuenta como seres sintientes (en estos días me estoy enfrentando yo, Rowina, a la gran tiranía del lado masculino de mi Yo Superior, quien no está dispuesto a que yo me independice de él. Pobre ‘loco’, ya lo he hecho hace mucho tiempo, pero ahora lo voy a solicitar –esa misma independencia- para todos los Yo Superiores que hacen lo mismo que él con sus manifestaciones o creaciones en la 3D).

Esa independencia es la que nos hace libres, grandes, poderosos en nuestro interior. Es la que nos ubica en un lugar de igualdad ante la vida, sin importar la apariencia que tengamos en ella.

Claro está que tenemos que sostener ese estado de conciencia con hechos concretos, demostrables en cada día ante nosotros mismos. Sostenerse en la conciencia es la tarea más ardua que un ser encarnado puede proponerse, pero es la más estimulante y grandiosa, porque termina por darnos la libertad (Igneón me decía estos días de atrás, que la conciencia es la que te da la libertad, y ¡vaya que sí!).

Los seres que como yo, hemos sido y somos fuertes, determinados, emprendedores y que seguimos nuestro sentir profundo, a esos seres manifestados es a los que más se nos pone a prueba por parte de ellos, las porciones masculinas de nuestro Yo Superior.

En mi caso, no bastó con ser casi desahuciada al nacer; se le antojó ponerme a prueba en cada etapa de mi vida en Tierra, hasta quemar por completo mi casa, borrando por completo el registro de toda mi vida en Tierra, toda (esto le ocurrió con 68 años). Como conseguí recuperarme también de eso, finalmente me mandó experimentar varias apoplejías, que terminaron con mi vida física, pero jamás con mi libertad.

Cuando ganas libertad de conciencia, ya él no puede ir en contra de ti; ya no. Hasta el último aliento bendije mi vida dada por la Gran Madre y a ella me entregué de corazón, rindiéndome toda.

Yo, entonces, no sabía que Dios en realidad era Madre; mucho menos, que es a ella a quien en verdad me debo en mi totalidad. Pero algo en mi corazón me llamó a hacer mi entrega. Fue entonces cuando supe que estaba lista para morir –en realidad, para dejar mi maltrecho cuerpo; por fin- y partí libre. Ya no vuelvo a Tierra porque he decidido no hacerlo, porque soy Libre y esa es la mayor libertad que se puede obtener, la de la propia autodeterminación.

El mundo material humano, en el que se incluye el mundo espiritual como se lo conoce en la Tierra 3D, es muy determinista y lineal. Todo se vive mentalmente, a nivel superficial y de forma simplista. Para toda causa hay una consecuencia, y se nos ha hecho creer que siempre esa causa se trata de algo que hemos hecho mal, y que nos corresponde padecer la consecuencia. Pues déjenme decirles que no es del todo así; en absoluto (yo, Rowina, también he llegado a la misma deducción, SÉ que no todas las consecuencias que sufrimos en nuestras vidas son producidas por un ‘erróneo’ actuar nuestro. Eso es una gran mentira que ya no me trago, como no se la traga mi querida Eli).

Es así mientras se vive en Tierra de 3D de manera inconsciente, dormida, movilizados por estímulos externos: sensaciones, sensaciones y más sensaciones. Pero cuando decidimos ir más allá de ellas, animándonos a cuestionar lo lógico, cultural y académicamente aceptado como verdad, entonces, comenzamos a crecer de verdad, por primera vez en vidas.

Es sólo cuando se cuestiona lo establecido como verdad, que se puede realmente crecer y comenzar el camino de la libertad de uno mismo. Alcanzar la Libertad es la verdadera razón de la existencia en el mundo de la experimentación. Hablo de experimentar la LIBERTAD. La Verdad es la verdadera Libertad.

Ahora les propongo revisar brevemente mis investigaciones, finalmente aceptadas por la ciencia, relacionadas con las etapas del duelo personal, etapas que pueden aplicarse a cualquier tipo de búsqueda de la Verdad (Igneón y yo nos hemos dado cuenta de que son las mismas etapas a las que se enfrentan las personas que hacen el Camino de los Arcángeles o Camino Arco Iris).

Etapa 1ª, Negación y aislamiento: En esta etapa, uno se opone a la idea o puede ser también que se aísle del resto de la gente; son reacciones consideradas como normales y  como una forma de protección provisional a sí mismo, las cuales serán más tarde sustituidas por una aceptación parcial. La negación puede funcionar como un amortiguador después de una noticia impresionante o inesperada. Es necesario pasar por esta fase para suavizar el dolor.

Etapa 2ª, Ira: Sustituye la negación, por sentimientos de rabia, envidia y resentimiento; aquí surgen todos los por qué. En esta etapa, a uno todo le parece mal y es criticable, pudiendo responder después con culpa, vergüenza, dolor y lágrimas.  Fase difícil pues la ira se desplaza en todas direcciones, incluso injustamente y en muchas ocasiones los que están cerca de quien atraviesa esta etapa, no se preguntan el por qué de su ira y se lo toman de forma personal, cuando esta ira no tiene nada que ver con ellos, sino que es parte del proceso. Recomiendo aceptar la ira irracional, entendiendo que al expresarla, nos ayuda a aceptar mejor la situación.

Etapa 3ª, Pacto: Como uno no ha sido capaz de afrontar la verdad durante la primera fase, y se ha enojado con los demás en la segunda fase, surge ahora la necesidad de querer llegar a un acuerdo para procurar superar esa desagradable vivencia por la que está pasando. Generalmente, el pacto se hace con Dios, en el humano inconsciente; con la Madre, en el consciente.

Etapa 4ª, Depresión: Después de haber pasado por las fases anteriores, uno pasa por una etapa de depresión, de tristeza profunda y todos los sentimientos anteriores pasan a ser sustituidos por una sensación de pérdida. Si se vive esta etapa y se enfrenta el dolor que consigo lleva, a uno le será más fácil aceptar la realidad.

Etapa 5ª, Aceptación: Llega cuando todas las demás se han experimentado. Sin embargo, no significa que aceptación sea sinónimo de felicidad, más bien es como si el dolor no existiera más. En esta etapa es normal que uno se sienta débil o cansado y por ello tenga la necesidad de dormir o descansar, aunque de diferente manera que en el proceso de depresión, ahora es con tranquilidad, muy parecido al sueño de un bebé recién nacido. Comienza a sentirse una cierta paz, pudiendo estar bien ya sea solo o acompañado, la vida se va imponiendo nuevamente.

Entonces, el proceso de estas etapas va desde la negación y aislamiento, hasta la aceptación, pasando por la ira, el pacto y la depresión.

Yo misma he atravesado esas etapas infinidad de veces con mi propia vida; también en mi relación con “dios”, que luego de fallecer, me di cuenta que no es otro más que nuestro lado masculino del Yo Superior. Su maltrato, mentiras y zancadillas –sin olvidar, claro está, las extenuantes exigencias- me pusieron finalmente en el camino de mis propias etapas.

Negué que él pudiera estar en contra de mí, que no me ayudara sino que me exigiera; me aislé, no queriendo comunicarme con nadie. ¿Quién me creería? El Yo Superior haciéndote la vida difícil…

Luego me encabrité mal, lo reconozco. Pero dejé salir mi ira y se me escuchó hasta en los aposentos de ese cretino, quien no dejaba de reírse y de pedirme “respeto” por su superioridad. Me las agarré con todos, sin excepción. Tenía que hacerlo, no podía comprender cómo era eso posible; cómo podía el Ser Superior haberme hecho semejantes cosas, y yo sosteniendo la mentira de que él era alguien magnífico, que me apoyaba. La ira era contra mí, más que nada. Qué tonta me sentí. Qué utilizada.

¿A quién acudir en un caso así? Llegó la etapa del pacto. El pacto no fue con “dios”, ya que desde pequeña supe por sensación profunda, que era algo muy negativo ese “dios”. Recuerdo, cuando le arrojé a la cara el libro de salmos al reverendo en la iglesia. Él predicaba Amor, Paz y Justicia, y era un hipócrita desalmado que nos zurraba sin piedad (esto lo cuenta en su biografía, que voy a ir publicando poco a poco. ¿A quién acudir? Me centré en mi interior y lo hice con la Vida, aceptándola como mi guía íntima. Por la Vida es que decidí salir, por ella en mí.

A estas alturas, lo que me embargó fue la depresión. La tristeza profunda y todos los sentimientos anteriores, los sustituí por una sensación de pérdida. Vivir esta etapa me ayudó a enfrenta el dolor que conlleva, para poder, finalmente, aceptar la realidad.

Por fin, la aceptación se instaló en mí. Llegó cuando todas las demás las había experimentado. Me sentí muy cansada; sólo quería descansar. Sentí la fuerza de Vida correr en mí y me reconocí más fortalecida y preparada para entregar esta otra verdad: la del lado masculino dominante del Yo Superior, y su injusto trato para con muchos de nosotros.

Para mí ha sido el obstáculo más grande con el que he tenido que lidiar nunca. Saberme maltratada por mi Yo Superior, me llevó a investigar con más profundidad, aprovechando que ya no estaba encarnada en la 3D. Ah…,¡cuanto he avanzado en ese sentido!

Este Universo en el que nos encontramos, dominado por su lado mental, ha desoído el suave llamado de la Madre de todos. Esa separación se ha dado hasta en niveles altos de evolución. No es una cosa propia de la 3D, sino que la 3D pone claramente de manifiesto lo que hay más arriba de ella.

La faz femenina del Yo Superior, es la que concibe la experimentación que quiere desarrollar; la siente y la insufla en su faz masculina, actuante y que tiene la capacidad de llevarla a feliz término. Pero esa faz masculina se ha separado de la guía del sentir de su faz femenina, arrobándose el control y conducción de la experimentación en niveles densos del universo.

Es así que esa faz ejecutante, la masculina, se ha instalado como “dios” de nosotros. Nos considera poco más que engendros energéticos mediante los cuales experimentar la vida. Pero lo hace separado de su sentir, no se involucra con su corazón (su faz femenina) y en esa división profunda, nos impele a vivir cosas horrorosas, cosas que nos dejan deshechos, traumados, agotados y atados a la rueda del constante regreso a la experimentación, para seguir probando una y otra vez.

Pero también he de decir que la Madre Crística, en su sabiduría amorosa, le ha puesto límites al sinvergüenza de la faz masculina del Yo Superior. Él puede hacer con nosotros ‘lo que quiera’, hasta que nosotros despertamos en conciencia. Entonces, ya no somos más sus “engendros energéticos”; nos convertimos en seres conscientes y libres de su manipulación. Es ahí cuando las cosas cambian rotundamente. Es ahí cuando puedo decir, “yo, no vuelvo nunca más a la 3D”. Y así es. Él, ya no puede contar más conmigo para sus caprichos; ahora tengo la guía de mi Madre Crística, igual que la tiene él, si es que quiere seguirla. Ya no necesito de su intermediación.

¡La Verdad te lleva a la Libertad!

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Rowina: Entiendo perfectamente a Elisabeth y le agradezco infinitamente que se haya explicado tan bien, pues todos los pasos que ella ha pasado para enfrentarse al dolor que supone darse cuenta de las andanzas de nuestro yo superior -que no es ningún ‘santo’ más bien es un villano-, los he dado también yo y realmente se experimenta un gran desconcierto, y se siente una muy ‘sola’ porque no entiende qué ha podido pasar para que tu parte, supuestamente más pura, más cercana a la pureza de la Fuente, te haya podido tratar así de mal durante toda tu vida.

En estos días, de repente he tomado cabal cuenta de la infinidad de veces en mi vida que me han pasado cosas incomprensibles, donde no podía hallar en qué había fallado yo para recibir un revés así, siendo una persona claramente consciente en todos sus actos cotidianos.

Había sido la ‘mano inocente’ de mi Yo Superior en su faz masculina, que cuando veía que yo me iba a asentar de alguna manera, hacía ‘algo’ que producía que yo siguiera itinerante, sin poderme asentar a nivel material en mi vida, para que él, a través mío, pudiera seguir experimentando y ampliando conciencia. En verdad eso ha sido bien frustrante, y emocionalmente demoledor, así que, como yo misma he pasado en propia piel lo que significa este actuar desalmado, y también me solidarizo con Elisabeth por haber ella pasado tantas situaciones dolorosas incomprensibles por causa de nuestro común yo superior, como la quema total de su casa con todo lo que la importaba en su vida a la edad de 68 años, es que me estoy llenando de fuerza femenina crística para entregar a la Madre Crística, como la llama Eli, todo este doloroso asunto.

Este tema es doloroso y te deja conmocionado y como huérfano, pero la verdad hay siempre que enfrentarla para poder cambiar el estado de las cosas y poder ser libres, estando sustentados SOLO por la faz femenina de nuestro yo superior, que nos lleva a vivir nuestra misión, pero sin morir emocionalmente en el intento.

Y para ilustrar lo que ha dicho Eli, os comparto, Familia, la conversación que tuve con Cristóbal, mi yo superior, a través de Sinlin, para que vosotros mismos veáis el paño de Cristóbal, antes muy querido por nuestra Familia, y ahora, que ya me independicé de sus deseos para con mi vida, se ha convertido en un desagradable ser.

Aún así, le agradezco todas las ayudas que me dio para que expandiera mi conciencia. Somos el producto de todas las vivencias que hemos tenido a lo largo de nuestra vida, y el contacto consciente con mi yo superior, con Cristóbal, fue un período de muchos aprendizajes para mí y para toda la Familia, pero eso no es justificación para que me intente manejar a su antojo sin tener precisamente en cuenta, el nivel de conciencia que ahora tengo, nivel que requiere elegir libremente tus pasos en la vida.

Conversación con Cristóbal

(yo, Rowina, había estado notando la intervención de Cristóbal, sin ser solicitada, en una conversación que intentaba mantener con alguien y le propuse a Sinlin encarar la situación con Cristóbal)

Rowina: Hola, Cristobal, buen intento, pero fallido, se notaba que estabas detrás desde el principio, qué crees que eres ¿todopoderoso? ¿quizás más que la Madre Suprema, la Madre Fuente de TODA vida? ¿todopoderoso incluso sobre mi vida? no te pertenezco, jamás lo hice y jamás lo haré, eres un agrandado, al que voy a desinflar en breve.

No me subestimes por estar encarnada en la 3D, Cristóbal (se ríe) porque te equivocarías y mucho. Sé de tus manejos, te veo, eres tan patético…

Cristóbal: Querida, ¿cómo te atreves a hablarme así? soy tu yo superior, estoy por encima de ti, por más que trates de evitarlo, es así…

Rowina: No, nunca lo estuviste, jamás, y nunca lo vas a estar, porque no hay jerarquía si no hay reconocimiento de la misma, yo no reconozco jerarquías, y menos la supuesta supremacía tuya sobre mí.

Cristóbal: Mira ahora como están, les hago ver cosas que no son, creer cosas que no son…lo hago bien ¿no creen? (y se ríe).

Rowina: Si, ríe, ríe, reconoce que cada vez el engaño te dura menos. Te veo, Cristóbal,

y aún me acuerdo lo que me has entrenado en esta encarnación para tener más conciencia, y por lo tanto ver más y mejor ¡gracias!

Cristóbal: No podrán un par de insignificantes femeninos cambiar todo nuestro lugar de recreo (ese el gran problema que tiene él y otros como él, con el femenino, y sobre todo con aquel que es potente, como el femenino crístico que ahora encarno).

Rowina: Ahora vas a probar de tu propio caldo y vas a saber lo rico que sabe, vas a ver lo que es poner la conciencia en acción para quitarte el podio al que te has injustamente subido. Tú me has ayudado a ganar conciencia, a ver lo fértil que puede llegar a ser, pues ahora vas a saber lo fértil que es mi conciencia para ponerte en tu lugar.

Cristóbal: Anda, te reto a ello, estoy por encima de ti.

Rowina: No acepto retos, los retos son cosa masculina, yo solo voy a procurar el equilibrio que ahora no hay, porque eso es la vida, eso es el femenino crístico, te guste o no.

Anda Cristobal, confiesa, te fastidia profundamente que yo me haya escapado de tu dominio, ¿eh? dilo hombre, que aquí no te escucha nadie. Tú eres el que me ha sometido durante toda mi vida a una dura experiencia material, ¿verdad? y dime ¿con qué fin?

Cristóbal: Femeninos… a los femeninos que son parte de mi les tengo así, pasándola bien dura… es que no merecen otra cosa que pasar por durezas para que se les bajen los humos, así están bien ocupadas, por una parte están llenas de conciencia, pero a la vez están bien ocupadas intentando resolver todos los asuntos de la 3D, sino que te lo cuente de primera mano tu gran amiga, Sinlin. Pobres las dos. No has ganado nada querida…

Rowina: ¿Ah no? Pues, por cierto, no me fui a la cabañita donde querías, ¡qué lástima! tu dominio no fue lo suficiente poderoso, para conseguir tus fines

Cristóbal: Son pequeñeces ante lo que yo he podido lograr.

Rowina: Uy, creo que te has desfasado respecto a mí, solo he aguardado para darte el golpe certero, que te derribe de un mazazo, para nunca más levantarte, ni envalentonarte como lo haces.

Cristóbal: Te exijo respeto, aunque no dejas de causarme risa, me diviertes… eres quien eres por mí, que no se te olvide.

Rowina: ¿Respeto? solo se puede pedir respeto al otro, cuando tú le respetas a su vez

dime, ¿tu nos has respetado a mi o a Sinlin alguna vez? o has jugado con nosotras por despreciar al femenino?

Cristóbal: ¿Respetar a seres de la 3D?, pero si son como entes energéticos, solo nos nutren, son obreros.

Rowina: Anda y dime, si soy tu obrera, ¿por qué pasaste momentos tan agradables conmigo? uy, ¿no será que te has rebajado? pobre Cristóbal, estuvo tratando conmigo, que al estar encarnada en la 3D, soy para él un ente energético, pues si que has caído bajo…

Cristóbal: Puedo hacer lo que desee…

Rowina: Si, si, ya lo veremos…y dime, ¿qué le has hecho a Igneón en estos días?

Cristóbal: Ha sido una semana como le llamáis vosotros difícil, ¿no es así? han pasado cosas, mmm.. ¡qué extraño! Pobres ni se enteran…

Rowina: Si, pero aún así, tengo una profunda paz interior y me siento fuerte

y lo que es mejor, ni te tengo miedo ni te tengo respeto ¡NINGUNO! estoy aliada a tu aspecto femenino, que ese SI que es el verdaderamente poderoso, no tu, que solo sabes alardear de banalidades.

Cristóbal: ¡No me hables de ella!

Rowina: ¿Ah no? ¿y por qué no? soy lo que soy en mi grandeza gracias a ella, y he tenido la vida dura a nivel material que he tenido 'gracias' a ti, es a ella a quien en verdad respeto, agradezco y honro, es la ÚNICA que me merece confianza y de la que siento verdadero amor, porque ella jamás se separó de la Madre, siempre ha seguido al lado de ella, y por lo tanto, sus acciones siempre han sido certeras y exquisitas, no como las tuyas, torpe Cristóbal.

Cristóbal: Ella no ha querido estar conmigo… siempre se ha creído mejor

Rowina: No me extraña, si eres insufrible. Yo tampoco quiero estarlo, y eso que soy un 'simple' engendro de la 3D, que 'solo' te alimenta, pues mira te lo digo alto y claro ¡contra el femenino sagrado crístico, no tenéis NADA que hacer los masculinos trasnochados de cualquier dimensión, NADA!

Cristóbal: Ya veremos…

Rowina: La vida en la Tierra se va a equilibrar si o si, y yo lo voy a ver con estos dos maravillosos ojos que tengo, así como lo va a ver mi hermana Sinlin, y mi amado Igneón, ¿me comprendes, Cristóbal?

Cristóbal: Jajajaja, eso creen, ya veremos, pequeños seres de 3D sin ningún tipo de respeto.

Rowina: Somos más insurrectos de lo que te crees, y cuando menos te los esperes te desinflamos el globo a ti y al resto de los aspectos masculinos de los yo superiores que no quieren perder su ‘patio de recreo’. Y dime, ¿cómo lo vas a seguir teniendo (el patio de recreo), si estropeáis el cambio de Gaia?, si ella no tiene el cambio, todo se va a la porra, y vosotros sois los que más perdéis.

Cristóbal: Ella va a dar le cambio porque tiene que hacerse, es necesario y que sea ahora, pero a nuestro modo… no podemos permitir que se enraíce en el femenino crístico.

Rowina: Y, ¿cual es vuestro modo?

Cristóbal: Quedándonos como seres supremos.

Rowina: Sois patéticos, Cristóbal, simplemente patéticos, en fin, gracias por todo, esta conversación me ha reforzado y me ha llenado de FUERZA, ahora sí tengo impulso para actuar. ¡¡¡¡Se descorrió el velo como por arte de encantamiento!!!! (el actuar de Cristóbal sobre Igneón, Sinlin y yo, nos tenía algo confusos, porque además nos toqueteó en el campo de energía y tanto Igneón como yo caímos en una especie de resfrío muy molesto que no te dejaba operar con claridad).

Cristóbal: Ni te atrevas… que no tienes como.

Rowina: ¿Que no me atreva? espera y verás.

Cristóbal: Ya veremos, ya veremos.

Rowina: Bueno, pues ponte gafas de aumento, para ver todo yque no se te escape detalle. Mi femenino crístico me está dando fuerzas desde dentro, donde no tienes acceso, y yo la estoy empezando a escuchar cada vez más fuertemente, lástima que hasta allí dentro no tengas acceso, lo siento, ¡no estás invitado!

Gracias Sinlin, esta conversación ha sido distinta ¿cómo le has sentido?

Sinlin: Este tipo no tiene límites, le he sentido molesto.

Rowina: Pues más molesto se va a sentir cuando le entregue a la Madre Crística a él y a toda la camarilla de yo superiores con los que opera.

Te quiero mucho, mi preciosa, la confusión se está diluyendo, y nuestra fuerza crística femenina se está afianzando con mayor fuerza.

Sinlin: Sí, Cristóbal, entre más se enoja, más débil se pone.

Rowina: Sí, ya lo creo. En fin, ahora pongamos atención en lo importante, el velo se ha empezado a deshacer y la confusión también.